Gilad Sarussi, más conocido por su personaje Nicolás Gil Pereg, tenía como objetivo desde hace tiempo asesinar a su madre Pyrhia Saroussy. Ejecutar de tres tiros a su tía, Lily Pereg, fue sólo un daño colateral. Esto es lo que surge de la lectura del expediente de la causa y de las investigaciones de la fiscalía a cargo de Claudia Ríos.
Después de quitarle algunas imperfecciones a la investigación y a los datos surgidos de allí, se puede inferir mucho más claramente el perfil del homicida.
Si Gilad Saroussy tiene un coeficiente intelectual altísimo, según lo que dicen algunos, esa inteligencia no le ha servido para gran cosa. Lo ha despilfarrado en apuestas y en malos negocios. Pyrhia Saroussy le entregó millones a su hijo y este no les sacó provecho.
Entonces, en los últimos tiempos Pyrhia solo le giraba a la Argentina entre 400 y 600 dólares mensuales. Nada, comparado con lo que había invertido antes.
Este era uno de los tantos conflictos que tenía Gilad con su madre.
Otro era su desapego por la higiene y el cuidado personal. El estado de abandono personal en el que vivía últimamente en Guaymallén, no es algo nuevo. Diez años antes, cuando estaba radicado en San Martín, Gilad encarnaba a otro de sus personajes, Floda Reltih (al revés Adolf Hitler), y vivía metido entre la misma mugre, en un cuartito ubicado en los fondos del restaurante que alquilaba.
“Era una piecita sin nada, que seguramente había sido una especie de depósito. Lo que más me llamaba la atención es que tenía todo metido en cajas, como si recién hubiera llegado o si se estuviera a punto de ir”, dice un sanmartiniano que lo frecuentaba en esos tiempos. “Había un olor insoportable ahí adentro”, recuerda.
Gilad era un niño frente a su madre, especialmente cuando comenzaban a discutir. Agachaba la cabeza, casi la escondía en el pecho y se cerraba en un silencio absoluto. Y esa forma de reaccionar ante un reproche o lo que se parezca a una recriminación, lo hacía reaccionar siempre así. Algunos relatos permiten detectar esto. “Cuando le preguntábamos, había que hacerlo con tacto, porque si se sentía atacado se cerraba completamente”, indicó alguien del grupo de instructores que conversó con él cuando todavía Gilad era testigo.
“Floda se sentaba ahí, donde está usted”, recuerda un empresario de San Martín que tuvo trato con Gilad Saroussy. “Tenía el pelo muy largo y sucio. Me acuerdo que venía siempre con una botella de plástico con agua y que le ponía un polvo adentro (un complejo nutricional), la batía y se la tomaba. Hablaba poco y había que tener cuidado con lo que uno le decía, porque se enojaba o se ofendía, agachaba la cabeza y no decía nada más".
Pyrhia Sarussi había intentando ayudar a su hijo cuando lo mandó a la Argentina. Gilad tenía problemas con el juego. Había perdido muchísimo dinero en los juegos de azar por internet y es muy posible que en Mendoza haya perdido mucho más.
Y los negocios, más allá de algunos vaivenes, nunca los completó con éxito.
En San Martín alquiló un restaurante frente a la plaza departamental junto a un socio. En el fondo estaba la piecita en donde vivía y un par de canchas de páddel. El primer año el negocio funcionó bastante bien, pero después Gilad se peleó con el socio, se separaron y el israelí, que en por ese entonces aseguraba llamarse Floda Reltih y ser noruego, se quedó solo administrando el lugar.
“La clientela bajó sensiblemente, porque lo veían sucio. Y desde ese momento y durante un año, no pagó el alquiler”, contó el propietario del inmueble.
“Desapareció de un día para otro, debiéndome todo. Dejó el lugar totalmente vacío, llevándose hasta lo que no era de él, y rompió a mazazos los baños y la cocina”, dijo. “No lo vi nunca más”, agregó.
Gilad Saroussy mató a su tía a balazos, con un arma que había denunciado como robada. Una de las 45 armas de fuego registradas a su nombre, 25 de las cuales compró y dejó guardadas en Buenos Aires. Asesinó a Lily Pereg de tres balazos en el pecho, sólo para poder descargar su furia contra su madre sin que su tía gritara o tratara de interponerse.
Después, mientras se reprochaban mil cosas mutuamente, mató a su madre a golpes. Ya muerta, con un sadismo con signos evidentes de necrofilia engendrado desde hacía mucho, le atravesó varios hierros. No hizo lo mismo con el cadáver de su tía.
Hace un par de días Gilad Saroussy, o alguno de sus personajes Nicolás Gil Pereg o Floda Reltih, pidieron ver el cadáver de su madre, antes de que se lo llevaran de Mendoza. Quería verla muerta, otra vez. Confirmar su muerte. Ver el cadáver. Ver el cuerpo, como los de los 13 gatos, disecándose al sol sobre una parrilla en la propiedad de Roca al 6000.
Para la Fiscalía de Claudia Ríos los dos homicidios están resueltos. Sólo resta completar algunas pericias y la instrucción. En lo técnico y estrictamente formal, está prácticamente completa.
El resto de los interrogantes son solo de la psiquiatría, del periodismo y la literatura. Parte del morbo.