delincuentes, que le desfiguraron el rostro a golpes: el chofer perdió tres dientes y tiene unprofundo corte debajo del ojo derecho que le impide ver. Según la víctima, uno de los agresores esel mismo que hace sólo 15 días baleó a otro colectivero. El martes por la tarde, Emilio Rubiales (52) comenzó su turno a las 16, a cargo del interno49, que va desde el centro hasta el control de la Empresa Provincial de Transporte (EPTM), en Rodeode la Cruz. Ese recorrido supone pasar por el temido barrio Paraguay. En una de esas oportunidades, apenas terminó el partido en que la Selección de fútbol vencióa Grecia, dos eufóricos jóvenes subieron a su colectivo y en tono amenazante le exigieron "platapara la birra". Ya que el micro iba lleno de pasajeros, el chofer prefirió evitar disturbios y lespasó $10. La situación se repitió a la 1.30 de ayer, cuando los mismos muchachos, esta vezvisiblemente drogados, volvieron a la carga y, aprovechando que el micro se detuvo frente a uno delos ingresos, desde afuera le exigieron efectivo. "Les dije que ya les había dado, que se dejarande joder. Pero subieron y ahí saqué los $17 que tenía en el bolsillo y se los di, pero me insistíanen que les diera más porque yo había cobrado. En ese momento, uno sacó un cuchillo y me lo puso enel cuello; cuando intenté pararme, el otro, que tenía como una manopla, me empezó a pegar en lacara y me rompió los lentes que uso para ver. Ese vidrio es el que me produjo el corte. Yo lesdecía 'llevate la máquina con las monedas, pero no me pegués más'", contó Rubiales, desde la camade su casa, con un evidente hematoma que le mantiene cerrado el ojo derecho. Pese a la paliza que recibió, el chofer –de una gran contextura física– intentó sacarse deencima al maleante que lo golpeaba y empezó a forcejear con el que empuñaba el cuchillo, hasta queel arma se partió en dos. Eso cambió el rumbo del atraco, ya que al perder el arma los delincuentesse vieron en problemas y decidieron huir con el magro botín. La violenta paliza fue observada desde los últimos asientos por tres niños, que permanecíanaterrados en el micro. El chofer les pidió que lo acompañaran hasta el control de ese grupo decolectivos, en donde se desplomó. "Hoy vinieron desde la empresa y me dijeron que se iban a reunir con el ministro deSeguridad para dejar de entrar en ese barrio. Es que es imposible trabajar así. Ahí no ves móvilesni Gendarmería, no ves nada. En ese lugar, de 50 pasajeros que suben 30 no pagan, suben a huevo. Lasemana pasada subió un tipo con un perro y cuando le dije que no podía subir con animales selevantó la remera y me mostró un arma", recordó el colectivero, quien no deja de añorar la época enque trabajaba en la zona Este.
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Emilio Rubiales asegura que ese barrio es temible. Hace 15 días también balearon allí a otro colectivero.
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Emilio Rubiales asegura que ese barrio es temible. Hace 15 días también balearon allí a otro colectivero.
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Emilio Rubiales asegura que ese barrio es temible. Hace 15 días también balearon allí a otro colectivero.
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Emilio Rubiales asegura que ese barrio es temible. Hace 15 días también balearon allí a otro colectivero.