Andrea Kennedy nació el 2 de julio de 1964 en Texas, Estados Unidos. Hasta 2001 fue una mujer totalmente dentro de los parámetros sociales, religiosa y con una familia formada por cinco hijos. Pero ese año su mente explotó y cometió el crimen del quinteto de niños, aunque nunca recibió una condena por ello.

Estudiante destacada. Enfermera capacitada. Religiosa. Se casó con Russell Yates en 1993, y juntos abrazaron una vida vinculada a ideas religiosas, algo extremas, sobre la crianza y la salvación.

Bajo esa filosofía tuvieron cinco hijos: Noah (7), John (5), Paul (3), Luke (2) y Mary (6 meses). Fue en el nacimiento de Luke cuando se despertaron ciertos signos y alarmas que podrían haber evitado el quíntuple crimen, pero nadie logró notarlo.

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La mujer cometió el quíntuple crimen de sus hijos.

La mujer cometió el quíntuple crimen de sus hijos.

Una mente criminal destrozada

Lo que comenzó como una depresión posparto fue calando hondo en la salud mental de Andrea Kennedy. Pese a las alucinaciones y delirios, las internaciones y los tratamientos, el matrimonio decidió tener a su quinto hijo.

El 20 de junio de 2001 fue el día trágico. Andrea Kennedy cometió un acto inimaginable. Mientras su esposo trabajaba, llamó a cada uno de sus hijos al baño y, uno por uno, los ahogó en la bañera. Demoró una hora en cumplir la atroz acción.

Luego, colocó los cuerpos de sus hijos en una cama. Segundos después, llamó a la Policía de Estados Unidos y a su esposo, confesando lo que había hecho. En su declaración, la autora de los crímenes dijo que sus hijos estaban "condenados" y que al matarlos los estaba salvando de ir al infierno, un delirio profundamente arraigado en su psicosis.

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La mujer cometió el quíntuple crimen de sus hijos.

La mujer cometió el quíntuple crimen de sus hijos.

Zafó de una condena por los crímenes

El juicio de Andrea Kennedy comenzó en 2002 y fue uno de los más mediáticos de la época. La fiscalía argumentó que, aunque tenía problemas mentales, era consciente de sus acciones y debía ser considerada responsable por los crímenes.

La defensa, por su parte, presentó evidencia de su psicosis severa, argumentando que no podía distinguir entre el bien y el mal en el momento del crimen, lo que la hacía no culpable por razones de insanidad.

El jurado encontró a Andrea Kennedy culpable de asesinato en primer grado y la condenó a cadena perpetua. Sin embargo, el veredicto fue polémico. Muchos expertos en salud mental criticaron el proceso, señalando que el jurado no había considerado adecuadamente el impacto de su enfermedad.

En 2005, una apelación ordenó realizar un segundo juicio al año siguiente donde la autora del quíntuple crimen fue declarada no culpable por razón de insanidad y trasladada a un hospital psiquiátrico estatal en Estados Unidos, donde permanece hasta el día de hoy.

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