En las vastas extensiones del noroeste de Canadá, donde las rutas serpentean entre bosques interminables y montañas imponentes, un joven con sueños de grandeza se convirtió en víctima de un crimen que aún desafía a los investigadores.

Philip Fraser, un estudiante de 23 años, inició el 14 de junio de 1988 un viaje en solitario hacia para comenzar sus estudios de medicina.

Lo que prometía ser una aventura de autodescubrimiento terminó en un crimen con una ejecución fría y un enigma que, más de tres décadas después, sigue sin resolverse.

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El auto de la víctima fatal del crimen.

El auto de la víctima fatal del crimen.

La víctima del crimen

Philip Fraser nació el 3 de enero de 1963 en una familia acomodada y dedicada a la medicina. Descontento con la medicina tradicional, optó por un enfoque holístico en Evergreen, donde planeaba especializarse en medicina alternativa.

"Voy a estar bien, mamá", le aseguró a su progenitora antes de partir en su auto VW negro cargado con lo esencial: ropa, su instrumento y dos pistolas para protección en las rutas aisladas. Sería su último viaje antes del crimen.

El trayecto de casi 3 mil kilómetros era desafiante. En un tramo de la ruta, los agentes aduaneros de Canadá le quitaron sus armas, dejándolo vulnerable en una carretera donde los robos eran comunes, pero no siempre inofensivos.

Lo último que se sabe con certeza de Philip Fraser es su paso por un pueblo el 18 de junio. Mientras cargaba nafta había un hombre desaliñado merodeando cerca. Se acercó solicitando un aventón y el joven accedió.

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El identikit que se hizo del sospechoso del crimen.

El identikit que se hizo del sospechoso del crimen.

Doce horas después, el 19 de junio, un empleado de un lavadero de autos descubrió el auto de Philip Fraser incendiado. Ni el joven ni sus pertenencias personales ni las llaves estaban en el lugar.

La investigación por el crimen

La búsqueda se intensificó en las semanas siguientes. Un mes después, el 27 de julio, un grupo de niños jugando en un pozo de barro encontró su cadáver.

La autopsia reveló que el crimen fue cometido con múltiples disparos en la cabeza y el torso con una bala de alto calibre, posiblemente de un rifle de caza.

Se confirmó que el autor del crimen usaba datos de Philip Faser para ganarse la confianza de otras personas. Pero nunca se pudo establecer su identidad. Sin ADN ni testigos oculares del crimen, el caso se estancó.

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