La última de sus víctimas, joven estudiante universitaria, caminaba por la calle San Ramón, en El Borbollón, para ir a su hogar cuando este hombre le pidió ayuda para levantar una caja.
"Después de ayudarlo me di cuenta de que estaba atrás mío. Me agarró, me metió y cerró la puerta". Desde ese momento dijo que intentó defenderse, que lo rasguñó y hasta le arrancó pelos, pero él la agarró del cuello y la inmovilizó: "No pude hacer nada".
Dentro de la vivienda siguió el forcejeo y su lucha por salir de allí, pero él tenía un cuchillo y le dijo que la iba a matar: "Me tuve que calmar", recordó ella, y pensó en qué podía hacer para escapar de allí.
Mientras, el agresor sexual le puso pegamento en los ojos y le dijo que solo se salía con acetona, pero ella hizo fuerza para abrir sus párpados y tener algo de visión.
La estrategia que mantuvo con vida a la víctima de abuso sexual
A pesar del horror e infierno que vivía la chica de 20 años, su fuerza interior y sus ganas de vivir la ayudaron para pensar cómo hacer con el agresor sexual para que "le tuviera compasión" y la liberara.
Para eso entabló mucho diálogo con él. Le preguntó por su familia, y con la charla que logró tener notó que era un tipo solitario, sin familia.
El hombre le dijo que era oriundo de Reñaca y que había llegado a Mendoza hacía dos meses.
La casa del supuesto abusador sexual de una estudiante de Las Heras.jpg
La familia de la víctima de abuso sexual en Las Heras se mantuvo activa para que atraparan al agresor.
Para generarle más confianza, ella le inventó historias sobre su vida. Quería que la viera como una persona que no le haría daño, "quería que sintiera lástima por mí".
Cuando la llevó al comedor de la casa, el hombre prendió la televisión. Astuta, ella le dijo que quería ver una novela y que necesitaba que le sacara el pegamento de los ojos. Con un tono más amable, el agresor le contestó que si lo hacía le iba a doler, y que solo se sacaba con acetona. En ese momento ella le hizo un chiste: "Le dije que si se me caían las pestañas me iba a morir".
Siguieron por varias horas en el comedor con la televisión encendida y él le dio de comer morcilla fría con pan y jugo. "Yo sabía que estaba saliendo bien lo que estaba haciendo, que le generaba confianza", relató.
Las últimas horas dentro de la casa del horror de Las Heras
El tiempo pasaba y en un momento sentía que no iba a salir de allí. Para seguir con su plan, le contó que era profesora de Letras y que daba clases en la universidad, y que si ella no iba se iban a preocupar todos y no quería que eso lo perjudicara a él. Además, intentó presionarlo al decirle que su madre seguramente ya había empezado su búsqueda.
Ante su insistencia con que la buscarían y que debía liberarla, relató que su secuestrador se había puesto nervioso, lo veía asustado, y hasta algo arrepentido por todo lo que había hecho: "Creo que se sentía así porque lo traté muy bien".
Víctor-Aníbal-Rodríguez-detenido-abuso-sexual-2.jpg
El detenido por secuestro y abuso sexual fue imputado por el caso de la estudiante y tres sobrinas menores de edad. Quedó alojado en el penal.
Eran las 17.40, y el hombre señaló que faltaba poco para que anocheciera y la dejaría salir. Esto le daba algo de tranquilidad en el infierno que vivía, pero no quería echar a perder todo lo que había logrado, ya que le había hecho creer a su agresor sexual que ella estaba bien allí.
Alrededor de las 20.30, cuando el chacal confirmó que no había ningún vecino más, la sacó por la puerta de adelante, pero la llevó hacia el descampado de atrás. El miedo de la víctima a que la matara nunca se había ido, pero al ver que antes de salir solo agarró una campera y cigarrillos, pero ningún arma, le dio algo de tranquilidad.
No sabía hacia dónde la llevaba, hasta que tomaron una huella desde donde ella pudo ver a lo lejos la cancha de fútbol del barrio y una de las calles principales. La acompañó hasta un punto donde la dejó, y el agresor regresó hacia su casa. Ella corrió al ver que se acercaba el micro 665, al que se subió y le pidió al chofer que la llevara hasta donde estaba la Policía, pero este la acercó hasta donde estaban sus padres.
Luego de abrazarse con ellos tras siete horas de vivir lo que nunca pensó que le podía llegar a pasar, contó todo sobre el hombre que la convirtió en víctima de secuestro y abuso sexual.