Jorge Bordón pasará diez años preso y se espera que su confesión arrastre a otros sospechosos, a cambio de una sentencia menor.

De monaguillo a primer condenado por los abusos en el Próvolo

Por UNO

Cercado por las pruebas y como estrategia para que la condena sea menor, Jorge Bordón (55), administrativo y a veces monaguillo del instituto católico Próvolo para niños sordomudos, reconoció ser culpable de 11 hechos de abuso sexual y fue condenado a 10 años de prisión en un juicio abreviado, acordado esta semana.

Las causas en las que está involucrado Bordón tienen especial relación con su rol de encargado nocturno de albergue estudiantil. Una de las acusaciones, que Bordón reconoció como ciertas, indica que una noche ingresó al albergue con los sacerdotes Nicola Corradi y Horacio Corbacho a una de las habitaciones, despertaron al menor de edad que estaba allí y lo obligaron a practicarles sexo oral.

En forma abierta o sotto voce, todos los allegados a este caso creen lo mismo. Se ha quebrado el pacto de silencio y es muy probable que ahora los involucrados prefieran confesar y negociar una pena menor, por más que sea poca la reducción.

Además hay algo contundente, que implica un respiro para las víctimas, sus familias y, en cierta forma también, para los abogados querellantes: quedó probado que los relatos de las víctimas del Próvolo son ciertos.

Bordón, uno de los 15 imputados, se declaró culpable de 11 hechos de abusos sexuales contra cinco víctimas. A cambio de esa confesión, la Justicia le aplicó una pena de 10 años de prisión a cambio de negociar la condena.

Bordón acordó con la fiscalía y las querellas la pena por abuso sexual con acceso carnal (haber obligado a los menores a practicarle sexo oral), abusos gravemente ultrajantes, abusos sexuales simples y corrupción de menores.

También complica al resto de los imputados, que son 14 en total, entre curas, monjas, personal docente y de maestranza y profesionales que prestaban servicio en el colegio.

Los más conocidos, los principales responsables y los que arriesgan mayor pena son los sacerdotes Corradi y Corbacho, sobre cuyas cabezas estaba la dirección del instituto.

Las múltiples acusaciones indican que los alumnos que pernoctaban allí era atacados en sus habitaciones, filmados desnudos en las duchas, obligados a ver materiales pornográficos y forzados a todo tipo de prácticas sexuales.

Esta es la primera sentencia condenatoria a prisión en todo el mundo contra un miembro del Próvolo, arrinconado desde hace más de dos años por abusos sexuales contra menores hipoacúsicos, tanto en Italia y La Plata como en Mendoza.

Bordón abusaba y también colaboraba con los sacerdotes para que estos pudieran hacer lo mismo.

Entre los ataques sexuales más tremendos estaban los que se cometían en "la casita de Dios", como llamaban al altillo el personal religioso y de maestranza. Allí los menores sordomudos eran sometidos y obligados a participar en verdaderas orgías, organizadas por los religiosos y empleados. "La casita de Dios" era una mazmorra con cadenas agarradas a la pared. Allí los depredadores encadenaban a los menores para abusar de ellos, castigarlos y golpearlos.

La inspección judicial al altillo permitió hallar y secuestrar esas cadenas y determinar dónde estaban amuradas.