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"El deporte me dio mucho, y creo que es tiempo de devolver algo de lo que el deporte me dio", comenta Fabián en una parte importante de la charla, y eso es la base de toda la entrevista, que explica el "por qué". Fabián Leguizamón encontró amistades y una escuela de vida en el vóleibol, y éste además, en el momento más crucial de su vida le brindó fortaleza y un motivo para luchar. Este mendocino sufrió un accidente en su moto y perdió su pierna tras años de lucha. Pero a la vuelta de esa esquina sombría encontró una nueva vida, gracias al deporte.

Ahora Max, como lo conocen sus amigos, ofrece una salida a quienes han sufrido una amputación, y es la de poder practicar un deporte que los contacte con la vida y les de metas a lograr mediante el esfuerzo. Se trata del sitting volley, una modalidad adaptada del vóleibol indoor, donde juegan sentados en el piso, como su nombre en inglés lo indica.

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"Un volver a vivir"

Siempre unido al vóleibol, Leguizamón fue a la Federación Argentina de Vóleibol (FEVA) en su calidad de vice presidente de la entidad local (FMV) a una reunión sobre Monster Block, programa de iniciación al deporte (basado en el ataque) creado por José Fotia y Horacio Gómez, y fue precisamente éste último, el Chori, quien conociendo el pasado de jugar de Fabían le propuso volver a jugar. Ante la sorpresa del mendocino, este lo contactó con Laura Cometto, que lo introdujo en el mundo del vóleibol adaptado.

¡Para Fabián, la selección!

Ahora, quien jugara fútbol en el club Platense de San José, y vóleibol en el Gimnasio 2, Cementista, y finalmente llegara a primera división en el Club General San Martín, fue convocado a la selección argentina de sitting volley y ya sueña con los próximos Juegos Parapanamericanos del 2023, en Chile.

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"¡Fue un volver a vivir ir a los primeros entrenamientos realizados en Buenos Aires!", explicó emocionado este espigado jugador, que pese a ya haber doblado la curva de los 50 años, aún luce su estampa de modelo, con su porte de casi 2 metros de altura. En su lucha por salvar su pierna, sometida a 17 operaciones, reconoce que se perdió "un montón de cosas", y paradojicamente, la amputación le abrió una nueva vida.

"Ahora pude enseñarle a caminar a mi nieta, algo que no pude hacer con mi hija", explicó el deportista.

El mendocino integra un sólido equipo de entusiasta "ad honorem", junto a la mencionada Laura Cometto, y la experimentada jugadora Claudia González que andan por el país promocionando la actividad.

El seleccionado argentino tiene 14 jugadores, y su cuerpo técnico es: Mariano Montivero (DT), Melisa Angles (PF) y la chaqueña Elizabeth Miño. También apoyan Marcelo Gigante, y tiene como padrino a Hugo Conte.

Ayudar a los que sufren una amputación

"Lo que quiero hacer es darle un pequeño mensaje de esperanza a quienes han perdido un miembro. No es el fin de la vida, es sólo un cambio. Tenés que modificarte para desarrollarte, si no lo aceptas sufrís y perdés calidad de vida", explica Leguizamón, quien además de jugar, participa promocionando este deporte, con clínicas y capacitaciones. 

"El primero que se prendió fue el municipio de San Martín, donde Marcos Sottile me invitó a dar una charla y una capacitación para motivar a los chicos que tienen problemas de discapacidad, para enseñarles que hay otros deportes, además del fútbol o el básquet", explicó Fabián, que informó que este deporte se incorporará a los próximos Juegos Juveniles Evita, con la modalidad de tres jugadores por lado.

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"Este deporte nació después de una guerra. En Colombia la practican en su mayoría ex soldados, mutilados por minas terrestres. En países como Irán, hay tanto civiles como militares, pero en Argentina, todos los que juegan el "voley sentado" son amputados por accidentes de tránsito", explicó quien integró la Fuerza Aérea trabajando como técnico electrónico, y controlador aéreo hasta su accidente, en moto, precisamente cuando se dirigía a cumplir sus funciones en el aeropuerto Francisco Gabrielli.

Fabian practicó deportes con mucha pasión desde chico. Pero en el inicio de su adolescencia se enamoró del vóleibol en el vecino gimnasio nº 2 de Capital y ese romance no tendrá fin, pese a todo. Y ese "pese a todo" se presentó muy pronto, en plena juventud, y cuando Leguizamón era jugador y entrenador del club General San Martín, "Pacífico" como lo conocen todos por el nombre del inmenso estadio que tiene el club en calle Perú. Incluso de su mano llegó a cortar la racha de décadas de campeonar al Club Mendoza de Regatas, en 2005, año que el 23 de setiembre sufrió el accidente.

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Hoy, el hombre que vive en su amada Sexta Sección cuenta que dejó atrás un momento duro, de muchas operaciones y soportar tutores externos e internos en sus huesos, buscando salvar la pierna que poco a poco se iba marchitando. En una intervención para estirar el hueso, se rompió la arteria tibial, y la amputación "de la rodilla para arriba" fue casi obligada. "Pensé que sería mi ultima operación, pero no fue así, luego vinieron tres más, incluyendo una para agrandar la cabeza del fémur y evitar que se saliera de la cadera", cuenta quien hoy cursa sus últimas materias del Instituto de Educación Física, carrera que había quedado en suspenso tras el accidente del 2005.

Fabián ahora tiene una prótesis que le permite erguirse en toda su altura, y un camino que quiere transitar ya libre de ese peso que le significaba su pierna herida. La nueva vida se abre, tras descubrir que puede volver a jugar a su amado deporte, y sobre todo, "ahora puedo volver a ser papá y abuelo, y dedicarme a mi", se despide Leguizamón.

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