La Bodega, como popularmente se conoce al escenario tombino, comenzó a ser remodelada con un ambicioso plan de obras que le permitirá más adelante, utilizarlo para los partidos de la primera división del fútbol argentino. Pacheco, bajo el seudónimo Bastian St. Claire, reflejó en el texto que escribió lo seguramente identifica a gran parte de los simpatizantes de Godoy Cruz.
Quién es Bastian St. Claire
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Bastian St. Claire, escritor mendocino, autor del relato "No son escombros".
Este escritor tiene 46 años y la lectura y la escritura vienen desde su origen, cuando acompañaba a su padre a la librería Pirámides, a comprar las revistas El Tony y D'Artagnan.
Publicó cinco novelas: Abilene Jenkins y la espada del Edén, Jurgen Stein cazador de nazis 1 y 2, Shemi, La hermandad de la isla y Disinfecter. Varios de ellos están en español e inglés.
Además publicó dos poemarios y dos libros de relatos cortos. La insoportable risa del insomnio (poemas), La frialdad de la lava (poemas), Mi sentir y sus adyacencias (relatos) y Siempre hay un túnel al final de la luz (relatos). Estos dos últimos están también en inglés.
No son Escombros
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La tribuna este que ya no está. Muchos hinchas se llevaron trozos de cemento como recuerdo.
"No son Escombros es el título elegido por Bastián para su relato, el que transcribimos a continuación.
"¿Cómo explicarle tanto sentimiento a un europeo que creció con autopistas, asfalto y estadios que parecen laboratorios de la NASA?
¿Cómo hacerle entender a un inglés o a un alemán que nacieron con la vida resuelta que tipos duros, que trabajan de sol a sol en el campo, de camioneros o en la construcción, sueltan algunas lágrimas mientras eligen un trozo de cemento con algo de azul para llevarse a casa?
¿Cómo explicarle que los hinchas hacen un espacio especial en un rincón de la casa o en la mesita de luz y forman un altar con fotos del equipo y el pedazo de cemento?
Creerían que es locura y ¿saben qué? Tienen razón, estamos locos.
Tenemos la locura de seguir cantando aunque el equipo juegue mal.
La locura de volver afónicos y resfriados por alentar bajo la lluvia.
La locura de viajar tres mil kilómetros hasta otro país para que el equipo esté completo.
La locura de agarrar la plata que tenías para salir y donarla para comprar globos y bengalas.
La locura de que un hincha gane la lotería y done el dinero al club para mejorarlo.
La locura de colaborar entre todos para conseguir pintura azul y blanca y que los propios socios pinten.
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El túnel. ¡Cuántas gloriosas formaciones pasaron por allí, no sólo de Godou Cruz.
Tenemos la locura de decorar los cordones de las calles de azul y blanco y las paredes con murales para hacerle saber al mundo que el club es más que la sede. Porque no se equivoquen, el club no es el verde rectángulo de césped ni el celeste de la pileta. El club no es solo el estadio, el predio de Coquimbito o el tanque de agua que nos representa. Y el equipo no son once y los suplentes. El club y el equipo son la plaza Godoy Cruz, los choripanes debajo del puente, la gente con las camisetas originales y las que hacen los de Anonimous, los barrios de las periferias, los del piedemonte, las peñas en otras provincias y los clubes homónimos que nacen en el mundo inspirados en la gloria de este lugar.
¿Cómo explicar que lo que luce derrumbado no son escombros sino una extensión de nuestro cuerpo? ¿Cómo hacerle saber a un alma de otro vecindario que lo que se está arreglando no es un estadio sino el corazón del pueblo?
Para los distraídos es la construcción de dos tribunas. Para nosotros es una cirugía de corazón abierto que nos alargará la vida.
Camino de regreso al barrio Trapiche con mi pedazo de historia para hacer lo mismo que los demás, darle un lugar privilegiado en mi hogar.
Antes de doblar la esquina giro para mirar la cancha y despedirme. A lo lejos me parece ver al “Loco” Julio y al “Morro” eligiendo su trozo de cemento azul para llevarse al cielo. ¿Y saben qué? Es verdad".