Profundamente renovado tras la salida de Andrea Pirlo, el chileno Arturo Vidal y el argentino Carlos Tevez, la Juventus protagonizó una histórica remontada y logró su quinto Scudetto consecutivo gracias en gran parte a la aportación de otro argentino, Paulo Dybala, excelente en su primer año en Turín.
Su sobrenombre lo dice toda. La joya aterrizó desde Palermo y, tras varias semanas de aclimatación, no pagó el exceso de presión y de exposición en un mundo que nada tiene que ver con lo que vivió en el humilde club de Sicilia. A sus 22 años ha conquistado Turín.
Autor de 20 goles y 7 asistencias en 43 partidos contando todas las competiciones, Dybala ha sido el jugador clave en el ataque de la Juventus, ya fuera compartiendo línea con el croata Mario Mandzukic o con el español Álvaro Morata.
El internacional argentino recogió el testigo de su compatriota Tevez como el hombre con libertad de movimientos capaz de desequilibrar un partido en cualquier momento, convirtiéndose en la clave de la espectacular serie de 24 victorias y un empate que ha llevado a su equipo al título.
Dybala se ha aprovechado también del trabajo sucio hecho por Mandzukic, encargado de fijar y de batallar con los centrales para el lucimiento del fantástico argentino.
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