Pues bien, en esas cosas, en esos detalles se demoraba más de un mendocino cuando la narrativa oral del mandatario se tornó muy uniforme y obligó a poner la vista en el entorno.
Nadie a quien le corra sangre por las venas puede aguantar mucho tiempo la descripción de los listados de obras y montos invertidos en los distintos ministerios. Sin embargo, al rendir cuentas ante la Asamblea Legislativa, los gobernadores insisten en ese formato, que quizás movilice sólo a especialistas o estudiosos en cada uno de esos asuntos.
El listado minucioso debería ser entregado a los legisladores o los periodistas o a los especialistas para que desculen con lupa el accionar de un año de gestión. En cambio al ciudadano común lo que le puede interesar es tener un pantallazo, una descripción general de lo que se ha hecho y de lo que se hará.
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Suarez se acercó un poco a ello cuando esbozó las diferencias políticas de su Gobierno con la Administración nacional kirchnerista, sin cuestionar la institucionalidad, o de cómo la ausencia de logros en los grandes temas macroeconómicos dificultan a las provincias avanzar en el saneamiento de sus economías.
Los puntos
En varios tramos de su exposición, Suarez pareció no respetar los puntos aparte ni las comas de lo que leía, lo cual al oyente le significó perder la ilación de un relato donde los matices de la voz casi no existieron.
Además se notó demasiado que cada uno de los rubros a los que aludía había sido esbozado por funcionarios distintos. Faltó que se le diera a todos esos retazos una mejor unidad narrativa. Y, aunque sea mucho pedir, un poco de encanto oral.
A raíz de tanto énfasis en demorarse en nombres de rutas, en cantidad de escuelas o de porcentajes, faltó conocer mejor cuál es la orientación general de esta nueva etapa postpandemia, un tiempo que vendrá sin Portezuelo, sin nueva Ley de Educación, y sin la reforma de la Constitución, que el peronismo se niega a debatir, y que por lo tanto el espiche debería haber sido compensado con un cacho mayor de motivación.
Este gobernador no ha sido dotado por el carisma ni por la fluidez en la oratoria para estos actos. Algo que él equilibra con ser metódico, previsible y disciplinado en su gestión cotidiana. Pero un poco más de salero o de atractivos en el decir no molestaría a nadie.