¿Por qué llama la atención su mutación? Simple: porque más allá de la opinión que se tenga sobre su derrotero político, siempre ha sido evidente el empeño de De Marchi para no pasar desapercibido. Querer destacarse fue una marca de origen, al igual que su trabajada ductilidad para armar situaciones políticas.
En el Congreso Nacional tuvo una extensa actuación como diputado durante once años. Llegó a ser vicepresidente primero de la Cámara de Diputados. No fue del montón y recibió el Premio Parlamentario que distingue a los legisladores con mayor productividad. Una de las coartadas que hablan bien de él radica en que Cristina Kirchner lo detestaba.
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Omar De Marchi con el presidente Javier Milei.
Señas particulares
Todas esas características fueron evidentes tanto en sus roles de legislador provincial y de diputado nacional como en sus tres gestiones de intendente de Luján de Cuyo. Formado en el Partido Demócrata, siempre trató de moverse mezclando las posiciones más conservadoras con las más liberales, en busca de un mix.
Cuando se unió al macrismo hizo algo parecido. Anduvo por las diversas corrientes internas: hoy con Patricia Bullrich, mañana con el entorno de Mauricio Macri, después con Horacio Rodríguez Larreta, de quien fue su armador político en el interior del país. Como titular del PRO en Mendoza le tocó asociarse con Cambia Mendoza y convivir con Alfredo Cornejo, su más duro contrincante interno, en la primera gobernación de éste.
"Ahí viene Sonrisal", decían en una época sus críticos cuando le veían aparecer a De Marchi. La sonrisa fue uno de sus sellos característicos tanto cuando se desempeñó de intendente, como durante su larga carrera como legislador nacional y provincial, o en aquellos momentos en que actuó como dirigente del PRO o armador partidario de algún sector interno.
Sus detractores afirman que detrás de esa sonrisa y simpatía, en De Marchi hay un político que tiene sus buenos piojos. Muy distinto al perfil que viene exhibiendo en esta etapa netamente libertaria en la que parece haber encontrado un nuevo destino.
De Marchi vs. Cornejo
De Marchi fue aliado de Alfredo Cornejo desde fines de 2015 cuando radicales y macristas fundaron Cambia Mendoza, la versión provincial de Cambiemos. Al principio estos dos contendientes simularon urbanidad y trataron de marcar las coincidencias, pero siempre tuvieron recelos uno del otro.
Fue evidente que buscaban disimularlo, sin embargo se detestaban. Por lo bajo, se trataban de desleales y de traicioneros. De Marchi cuestionaba la escasa participación que Cornejo le daba al PRO mendocino en la que fue su primera gobernación. Pero no podía ignorar la densidad política del sancarlino.
Con la llegada de Rodolfo Suarez a la gobernación, De Marchi, empezó a abrirse de Cambia Mendoza. A Suarez lo destrató políticamente "a placer". Luego rompió con Macri al no aceptar el mandato del PRO nacional de ir a internas con Cornejo para definir la candidatura a gobernador, un cargo que el lujanino estaba buscando por tercera vez. Se dio el gusto de ir por fuera con La Unión Mendocina, una juntada de gente diversa cuya paleta ideológica incluía desde populistas hasta antimineros territorialistas y cuyo principal nexo era la de oponerse a Cornejo.
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La vicegobernadora Hebe Casado logró sacar de quicio a Omar De Marchi.
La otra persona del gobierno que logró sacar de quicio a De Marchi ha sido la vicegobernadora Hebe Casado, que tras perder el año pasado las elecciones internas del PRO mendocino a manos del demarchista Gabriel Pradines, abandonó el macrismo hace unas semanas para pasarse formalmente al ámbito del Sr. Motosierra y a La Libertad Avanza.
Casado se llevó para el traste con De Marchi cuando éste fue presidente del PRO mendocino. Según ella, el lujanino actuaba como "un dictador que no aceptaba ningún punto de vista que no fuera el suyo". La sanrafaelina, de quien suelen decir con humor que tiene una maestría en "malicia y sinceridad política" es una de las que no cree en la sonrisa de Omar.
Para redondear preguntamos: ¿habrá realmente un nuevo Omar de Marchi "señior", decidido, con 59 años, a dejar la lucha eleccionaria para hacer política de gestión en el "mundo Milei", o lo suyo será sólo un impasse a fin de volver a la pelea con algo más novedoso y renovador que la delicuescente Unión Mendocina?