La titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, ha llamado al pueblo argentino a preparar "una gran pueblada en todo el país" para que la actual vicepresidenta Cristina Kirchner "no sea condenada por la Justicia" en la causa denominada Vialidad, por la que está siendo juzgada como cabeza de una organización que desde el Gobierno favoreció a Lázaro Báez con licitaciones "direccionadas" de obra pública.
La última de Bonafini: arma una "pueblada" y dictamina "nosotros somos la Justicia"
"No podemos aceptar que Cristina Kirchner sea condenada y menos llevada presa. Una pueblada es lo único que la va a salvar", ha explicado Bonafini tras lo cual dejó para la posteridad la máxima "Nosotros somos la Justicia". Siglos de republicanismo borrados de un plumazo.
Algunos quizás estén tentados de decir ¿hasta cuando vamos a aguantar que esta dirigenta siga diciendo tales barbaridades? Es una pregunta peligrosa porque es del mismo tenor que la del director del sitio digital y de la radio El Destape, el kirchnerista Roberto Navarro, quien ha sugerido que "algo habría que hacer con ellos", por los periodistas de conocida posición crítica respecto del actual gobierno nacional.
Según la visión de Navarro contra esos comunicadores, "deberíamos hacer algo para que tengan miedo". Pedir tal cosa no sólo es una incitación a la violencia en un estado democrático sino que en boca de Navarro constituye directamente una autoincriminación.
La basura
En la concepción antirrepublicana de Bonafini, en nuestro país "no hay jueces probos". Sobre la Corte Suprema de Justicia dice que "es basura, un tarro de mierda, llena de tipos que no sirven ni para barrer". Entonces se pregunta; "¿ellos son los que van a juzgar a Cristina?" para concluir con citado "Nosotros somos la Justicia". "Nosotros" es el cristinismo o, si usted quiere, el kirchnerismo.
Acostumbrada a la barbarie verbal, advierte: "No me importa si me putean por pedir una pueblada, en buena hora si me putean". A los suyos les recuerda que "esa pueblada hay que trabajarla con tiempo, no se trata de mandar cartitas ni de hacer declaraciones en los diarios".
"La Hebe" no cree en los gobierno republicanos ni en la independencia de los poderes del Estado. Pero no duda en utilizar la libertad de expresión, uno de los basamentos democráticos, para hacer conocer sus pareceres políticos y para alabar dictaduras y autoritarismos.
La suya, por caso, es una de las voces que más ha denigrado al presidente Alberto Fernández, con un nivel tal de agresividad que los críticos de la oposición suelen cuidarse de usar para no terminar de dinamitar la institucionalidad presidencial.
Patadas y fragor
Como una Evita rediviva ante un supuesto 17 de octubre, Bonafini dictamina que "tenemos que ir armando desde ya esa pueblada. Debemos hablar con nuestros compañeros y organizarla en cada pueblo, en cada plaza. Debemos tener la pueblada armada por si se les ocurre meterla presa a Cristina. El enemigo viene por todo y viene de la mano de los yanquis, por eso es peligroso".
Es la misma Bonafini que llamaba todos los días a "trompear" al entonces ministro de Economía Martín Guzmán. Y es la misma Hebe que en los tres gobiernos kirchneristas ha convocado a tomar la sede de la Suprema Corte para "sacar a patadas" a sus miembros. "A Cristina -pontifica- hay que defenderla con todo, con el mismo fragor que la queremos y le pedimos de todo".
Su lucha pidiendo justicia por las desapariciones de personas durante la dictadura que asoló al país entre 1976 y 1983 (tiene dos hjos y una nuera desaparecidos) la convirtió en una referente social de los derechos civiles. Y a la organización civil Madres de Plaza de Mayo la situó en una de las ONG más conocidas a nivel mundial.
Sin embargo, su extrema radicalización ideológica y sobre todo su desatada militancia político partidaria dentro del kirchnerismo, aderezada con su creciente desprecio por las virtudes democráticas, hicieron que aquella luchadora civil deviniera en una fanática de una fracción política y que su prestigio como referente ética se haya esfumado.
El drama
Cualquier persona sensata entiende su drama personal, pero eso no la transforma en una impune, ni le da un salvoconducto para alzarse contra las instituciones democráticas consagradas por la Constitución.
Néstor Kirchner y Cristina Fernández, cuyo historial político no contenía ningún derrotero destacado en defensa de los derechos humanos, se transformaron de un día para el otro, desde 2003, en adalides de esa causa. "La izquierda y los artistas te dan fueros" fue la enseñanza que pregonó Néstor y que se extiende hasta hoy.
Hebe Pastor de Bonafini fue beneficiada con dineros públicos para mantener programas militantes como la Fundación Sueños Compartidos, que debía construir casas, o como la Universidad de las Madres que impartió ideología ultra. Ambos proyectos terminaron en causas judiciales por estafas al Estado que aún se están consustanciando.
Es una pena que una entidad civil que nació como un faro ético contra la barbarie sea hoy sólo un apéndice del cristinismo.

