Un niño que estudia es un chico que tiene la oportunidad de escapar de la miseria. Recibir una comida y un libro a tiempo es futuro ganado.
Un niño que estudia es un chico que tiene la oportunidad de escapar de la miseria. Recibir una comida y un libro a tiempo es futuro ganado.
Estudiar con el estómago lleno parece un privilegio, pero no, es un derecho humano.
Sin embargo, los niños y niñas de la Argentina enfrentan una crisis brutal que dejó la pandemia del Covid-19 y las erráticas políticas económicas de los gobiernos de los últimos años. Las consecuencias sobre la educación ya se están viendo. La mal nutrición o desnutrición es una amenaza latente que podría causar daños irreversibles en las futuras generaciones.
En muchos países, la escuela no es solo el lugar al que acuden los chicos a estudiar sino su principal o única fuente de alimentación. Mendoza , tristemente, no está ajena a esta realidad.
Más de 10 millones de estudiantes de América Latina y el Caribe tienen en la alimentación escolar su única comida del día según datos difundidos en la Cumbre Mundial sobre Sistemas Alimentarios sobre la inseguridad alimentaria y los desafíos globales de septiembre de 2021.
La inseguridad alimentaria afecta al 34,3 por ciento de las niñas, niños y adolescentes de la Argentina según un informe de 2020 del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina.
Estos datos, que parecen números fríos, no hacen más que confirmar lo que se sospecha: que cientos de niños tienen en la escuela su única fuente de alimentación o el refuerzo que no reciben en sus casas.
Es tal la crisis que vive Argentina, que la tremenda inflación pega directamente en el seno de las familias que no llegan ni con lo mínimo a fin de mes.
El costo de vida de abril en Mendoza fue de 6,6 por ciento, igualando a la cifra de marzo. Como si viviéramos en una realidad paralela, los sueldos parecen cada vez más chiquitos y mucho menos crecen al ritmo del aumento desmedido de precios .
Todo esto se traduce en que al menos 4 de cada 10 mendocinos viven bajo la línea de la pobreza, es decir, que no les alcanzan los recursos mensuales para vivir con lo mínimo. Aquellos que supieron ser de clase media hoy son pobres y otros indigentes. Muchos alumnos que hace un par de años no tomaban la leche en la escuela hoy sí lo hacen porque en la casa no hay plata para comprarla.
Esta semana la DEIE (Dirección de Estadísticas e Investigaciones de Mendoza) informó que la Canasta Básica de abril fue de más de $91 mil pesos. Pensar en un ingreso mensual que supere los 90 mil pesos para cualquier familia de la provincia, no es algo tangible incluso para quienes tienen salarios en blanco.
Si tomamos los datos del INDEC del segundo semestre de 2021, el 44,6 por ciento de las personas que viven en el Gran Mendoza son pobres. Si se tiene en cuenta la medición de la DEIE, el 38,4 por ciento de los mendocinos del Gran conurbano provincial son pobres.
Aunque la medición provincial marque un 6,2 por ciento menos que la del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo, estamos hablando que en la provincia 600 mil hogares son pobres. Un número muy alto, si le ponemos rostros e historias de vida.
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Como muestra de la realidad provincial, tomamos una pequeña “foto” de algunos establecimientos educativos.
Fuimos a la escuela secundaria Joaquín Lavado, que está en el Barrio La Favorita, de Capital. Tiene una matrícula de 360 alumnos en dos turnos. El director de este secundario, Oscar Di Betta, relató que la Dirección General de Escuelas envía 220 raciones de meriendas pero no les alcanzan.
“Cada vez más se notan las necesidades de los chicos, a veces vienen poco alimentados, sin cenar en el caso de la mañana y sin almorzar en el turno tarde. Tipo 10 de la mañana se da el desayuno y a las 15 la merienda y se nota cuando llegan que están esperando este momento” dijo Di Betta.
Por su parte, Cintia Muñoz, secretaria de la Joaquín Lavado, contó que los chicos van sin comer de la casa “por la cuestión económica, porque hay hogares donde hay muchos hermanitos y no todos comen”.
Los directivos de esta escuela manifestaron que tienen un déficit de 100 raciones diarias. “Partimos las tortitas, las galletas. Hacemos colectas, rifas, para poder llegar con la mayor cantidad de comida para los chicos” contó Cintia.
Por su parte, la directora de una escuela de Maipú, analizó “que la realidad social del país, la pobreza, el hambre, está detonando en las escuelas. Hay demanda de alimentos tanto de las meriendas como en los almuerzos. El índice de pobreza del país repercute en las escuelas”.
A esa escuela asisten 500 alumnos de nivel inicial y primaria. Todos reciben desayuno o merienda y 30 alumnos que están en el programa de trayectorias de fortalecimiento de aprendizaje con jornada extendida almuerzan en el lugar. La directora admitió que los chicos esperan con ansias el almuerzo o la merienda.
Desde la Dirección General de Escuelas (DGE), el titular de Alimentación Escolar, Franco Pulido, admitió que al menos 100 escuelas han solicitado refuerzo de meriendas por aumento de matrícula o por la necesidad de reforzar la alimentación de los alumnos.
“Tenemos solicitudes todos los años a comienzo del ciclo lectivo, eso es porque la matrícula de las escuelas va cambiando. Pero sí, estamos al tanto de que la situación es complicada y la DGE hace todo lo posible por paliar la situación”.
Pero aclaró que no está contemplada el 100 por ciento de la matrícula provincial . “Tenemos 220 mil raciones para cerca de 400 mil alumnos. Esto está pensado para los alumnos en condición de vulnerabilidad socio económica no para el total de la matrícula”.
Desde junio aumentará 15 por ciento el presupuesto para meriendas escolares.
Actualmente la Dirección de Escuelas entrega 220 mil raciones diarias de desayunos o meriendas en 1300 establecimientos educativos. Y a 900 escuelas, entre jardines maternales, primarias y secundarias, manda por día 40 mil raciones de almuerzo.
Más de 150 proveedores se encargan de llevar los alimentos frescos (verdura, fruta, carne y huevos) a las escuelas que tienen la infraestructura y el personal para cocinar. “De las 220 mil raciones de merienda, 50 mil que es la parte reforzada pensada especialmente para escuelas urbano-marginales y rurales reciben una fruta diaria también” explicó Pulido
La Dirección de Alimentación Escolar estableció un menú fijo de 10 comidas que se repite cada dos semanas para las escuelas que dan el almuerzo. Los chicos comen por ejemplo tortilla de papas con ensalada, milanesa de pollo con puré, fideos con bolognesa, arroz con pollo, entre otras preparaciones.
Pero en el caso de los desayunos o meriendas la prestación se da según el grupo etario.
“Priorizamos la cantidad de lácteos en los jardines maternales. Ellos reciben 6 días de leche y un día de sándwich de queso. En la primaria tenemos cuatro días de lácteos, tres de leche y uno de queso. Y en el secundario la cantidad disminuye, y entregamos dos por semana” detalló Pulido.
La partida presupuestaria para 2022 para la alimentación escolar es de 3 mil millones de pesos. Pero a pesar del número el Ministerio de Hacienda dio recientemente el visto bueno para aumentar el presupuesto.
“Estimamos que harán falta unos 500 millones más, es decir aumentar un 15 por ciento más. A partir del mes que viene vamos a estar incrementando las raciones en las escuelas que lo hayan solicitado” adelantó el funcionario escolar.
En septiembre de 2019 durante el gobierno de Macri, el Congreso sancionó la Ley de Emergencia Alimentaria y se prorrogó hasta diciembre de este año. La norma apuntó a que se coordinaran acciones entre la Nación, las provincias y los municipios. El cambio de gobierno, la pandemia, la grieta en la conducción nacional, posiblemente hizo que no se avanzara sustancialmente en estas políticas. Para muestra están los números de pobreza del INDEC.
En 2019, cuando se aprobó esa ley, Agustín Salvia, el director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, decía que "es necesario ampliar la asistencia alimentaria en las escuelas y mejorar al mismo tiempo la dieta alimentaria. Una emergencia alimentaria exige movilización de recursos para lograr no solo mejoras en materia de atención alimentaria sino en salud”.
Hubo movilización de recursos, sí, pero para ir emparchando la crisis de la pandemia y de las erráticas políticas macro económicas.
Como vimos, el incremento de la pobreza e inflación y un mercado laboral muy recesivo, impacta directamente en la inseguridad alimentaria.
Y lamentablemente para cientos de chicos ir a la escuela también significa esquivar el hambre y por tanto, a tener derecho a un futuro mejor.