Análisis y opinión

Mendoza la tierra del sol, de los "nuevos pobres", los sueldos de hambre y el trabajo en negro

En el Gran Mendoza la pobreza empeoró, mientras que a nivel nacional el índice mejoró: bajó al 37,3% y la indigencia retrocedió al 8,2%. Según el INDEC, en el segundo semestre del 2021 el 44,6% de los mendocinos son pobres

Mendoza es la quinta provincia más pobre del país. La situación de la pobreza es alarmante, no solo por las cifras que arrojan las mediciones, sino porque mientras otras zonas del país se recuperan, la provincia sigue en caída. Otra mala noticia es que como estas cifras oficiales corresponden a la última parte del 2021, cuando se conozcan los datos del primer semestre del 2022, donde la inflación ha pegado con más fuerza, los índices de pobreza e indigencia se van a profundizar.

En este agravamiento de la situación se pueden hacer varias lecturas. Por un lado están lo magros salarios que se pagan en la provincia y por el otro, el alto número de trabajo informal.

Bolsillos magros

Si recuerdan, en mi columna del domingo 27 de marzo en Diario UNO, contaba que en Mendoza, si bien mejoró la desocupación, hay casi 100 mil personas que trabajan en negro, esto significa que el 19% de la personas que están empleadas, lo hacen en la ilegalidad. El trabajo informal crece mucho más que el empleo registrado. Y para peor, quienes están en esta situación cobran un salario muy por debajo del promedio y ya arrancan con la batalla perdida contra la inflación.

En esa columna, decíamos que también creció la tasa de personas con un empleo pero que están en la búsqueda de otro porque no les alcanzan los ingresos para llegar a fin de mes. Se calcula que son unas 135 mil personas las que persiguen un segundo ingreso.

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Esto ocurre porque el salario promedio del sector privado de la provincia está por debajo de la linea de pobreza. Se calculaba en unos $65 mil para enero de este año, mientras que lo mínimo que debe ganar una familia es de $78.609, sin contar el alquiler, según la Canasta Básica Total y $31.318 para cubrir la Canasta Básica de alimentos. Es decir son salarios que ya están deteriorados. Hoy una familia mendocina necesita dos sueldos de $65 mil como para cubrir sus necesidades básicas.

Si bien se van otorgando aumentos salariales la inflación no da tregua. Aún así, el sector empresario debería compartir sus rentabilidades y hacer un esfuerzo para que sus trabajadores tengan mejores sueldos.

¿Matriz productiva agotada?

En mi columna de Diario UNO del 20 de marzo, les contaba sobre el incremento en las listas de espera de personas que pugnan por un lugar en los comedores populares de la provincia. Ya advertíamos que pobreza e inflación son el combo perfecto para sumir en la pobreza a más familias.

Llama la atención la caída en el índice de pobreza en aglomerados como el Gran Buenos Aires que registró 37,3% , cuando su población es superior a la de cualquier otro en el país y donde las dificultades se multiplican.

Quizá en esa zona, donde se concentra la mitad de la población del país, tuvo repercusión la inyección del “Plan Platita” que se implementó antes de las elecciones del 14 de noviembre, para recuperar votos. Esas iniciativas apuntaron a los trabajadores formales con sueldos de hasta $150 mil, beneficiarios de planes sociales, estudiantes de bajos recursos, titulares de la prestación de desempleo, trabajadoras de casas particulares no registradas, habitantes de barrios populares y beneficiarias de la AUH.

Unas 16.000 raciones distribuye el Estado provincial en comedores y el Servicio Educativo de Origen Social (SEOS), y 170.000 para desayunos, almuerzos y meriendas de escolares.

Posiblemente esa batería de subsidios, por cuestiones de color político, no llegaron a Mendoza como se esperaba.

En Mendoza, durante el 2021 mejoró el turismo y la construcción, pero claramente no fueron suficientes. Quizá la matriz productiva de la provincia esté agotada y por eso no se pueden generar empleos de calidad, con sueldos acordes y revertir los niveles de pobreza.

Mendoza debe ampliar su matriz productiva y explorar otras actividades. Alfredo Cecchi, titular de la Federación Económica de Mendoza, decía que “en esta ampliación de la matriz productiva el horizonte más cercano es la industria del conocimiento y la minería compatible con la ley 7722, o como en el caso de Malargüe, donde haya licencia social para esa actividad”.

Si bien la situación económica de la provincia responde a factores macroeconómicos, sobre todo a problemas nacionales e internacionales, hay una parte de responsabilidad de la propia Mendoza.

Quizá sea hora de diversificar la matriz productiva con debates reales, serios y el compromiso de todos los sectores. Y esto no solo es responsabilidad del Gobierno provincial sino también de la oposición que hasta acá no ha acompañado con debates constructivos, sino más bien haciendo oposición por la oposición misma.

Los nuevos pobres de Mendoza

Hablar del 44,6% de pobreza en el Gran Mendoza es decir que 462.428 personas están en esta situación. Este número lo componen familias que ya estaban empobrecidas y se sumaron otras que no lograron recuperarse de la crisis económica que dejó la pandemia.

En tanto, 74.121 mendocinos son indigentes, es decir que con los ingresos que tienen al mes no les alcanza para procurarse el mínimo de alimentación.

Un fenómeno que se observa en los departamentos que componen el Gran Mendoza es el aumento en el pedido de asistencia pero no solo para comer sino para pagar alquileres, comprar medicamentos o anteojos recetados. Son familias de clase media que se empobrecieron porque no logran cubrir las necesidades básicas ya que los jefes de esos hogares se quedaron sin trabajo o porque no llegan a fin de mes con sus ingresos.

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Patricia Videla, coordinadora de Emergencia Social de Luján de Cuyo, relató a Radio Nihuil que si bien lo que más se pide es la asistencia alimentaria, hay mucha gente que no puede pagar los alquileres, las facturas de la luz y el gas y recurren al municipio. “Atendemos dos desalojos por semana y entregamos entre 10 a 15 bolsones de mercadería por día. Tenemos los que son crónicos, y los 'nuevos pobres' que son los que se quedaron sin trabajo en la pandemia y no logran conseguir empleo y por eso tenemos gente nueva. Tenemos muchas fichas nuevas”, explicó Videla.

En Guaymallén, Silvia Donatti, directora de Desarrollo Social, admitió que el pedido de asistencia aumentó entre el 20% a 25%. “Son familias que se han quedado sin trabajo, o sus salarios se han quedado muy retrasado. Familias con un salario de $40 mil que obviamente no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas”.

En Guaymallén se entregan 800 bolsones de alimentos por semana y admiten que en invierno se incrementa el pedido sobre todo en la zona rural. “Es gente que ahora está con el tema del ajo, de la cebolla y de la cosecha de vid, como ese ingreso se termina, de abril a septiembre se incrementa el pedido de ayuda”, explicó la funcionaria.

En el departamento más poblado de la provincia, la comuna interviene en evitar por lo menos 10 desalojos por semana. "Lo que hacemos en estos casos es asistirlos con un subsidio que puede ser de hasta tres meses para que ellos puedan seguir alquilando. Y en caso de algunas variables específicas como familias con algún niño con discapacidad o con algún tratamiento oncológico se hacen expedientes para sostenerlos por un año” detalló Donatti.

La misma situación se observa en Maipú. Explicaron a UNO que han recibido una ola de pedidos de apoyo para alquiler o materiales de construcción para solucionar el tema habitacional. “Surge ante la repetida dificultad del acceso a alquilar que nos manifiestan”, explican desde el municipio.

En cuanto al pedido de ayuda alimentaria estatal se incrementó 15% en relación a marzo de 2021. En Maipú hay 17 comedores y 44 merenderos, que funcionan a base de donaciones del municipio y de particulares, más otros 20 comedores que dependen de Iglesias Evangélicas.

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La foto es ilustrativa pero esta imagen de niños sumidos en la pobreza se repite por varios miles en todo el país.

La foto es ilustrativa pero esta imagen de niños sumidos en la pobreza se repite por varios miles en todo el país.

En Capital, Rodrigo Olmedo, secretario de Gobierno, admitió que a partir de la pandemia el pedido de ayuda pasó de 30 o 40 bolsones semanales a 300. Actualmente la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza entrega entre 120 a 150 recursos, que en su mayoría son ayudas alimentarias

En Las Heras 45.000 hogares son asistidos con alimentos. José María Villavicencio, el director de Desarrollo Social, explicó a Radio Nihuil que entregan un promedio de 450 módulos diarios y 2.000 por semana.

Pedro San Martín, director de Desarrollo Social de Godoy Cruz, explicó que el pedido de ayuda alimentaria creció 22% en relación a 2021. "Está el pobre estructural que vive de los recursos del Estado con programas nacionales, provinciales o municipales, pero comenzó a venir el de clase media trabajadora, que nunca tuvo un programa social y llega con frustración, con desazón a pedir una mano. Se nota un crecimiento en pedidos al área de hábitat para ampliar alguna vivienda porque la gente joven no puede alquilar y va al municipio a pedir algunos insumos para meter una pieza más en la casa”, expresó el funcionario.

También dijo que en ese departamento creció la venta de garrafas porque hay muchas familias que no pudieron afrontar deudas con Ecogás y les cortaron el suministro.

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Con esta mirada rápida en los seis departamentos del Gran Mendoza se observa claramente el aumento de hogares con necesidades básicas insatisfechas y de otros de clase media que perdieron sus trabajos o tienen sueldos muy atrasados que comenzaron a recurrir a los municipios porque no logran llegar a fin de mes.

No hay fórmulas mágicas pero algo se debe hacer para bajar la pobreza. Al menos empezar por una estrategia liderada por el Estado provincial y apoyada en movimientos sociales, sindicatos y empresariales y con el arco político completo sin mezquindades.

También que las propuestas del Consejo Económico, Ambiental y Social de Mendoza y su Comisión de “Pobreza y Hambre Cero” no queden solo en manifestaciones de buena voluntad sino que se vean con urgencia en la práctica.

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