Opinión

Covid-19: el desafío de los jóvenes en las fiestas

Aunque los jóvenes no parecen ser los más afectados por la enfermedad, las acciones del mendocino nunca han tenido un carácter tan personal como el de sus consecuencias

Con la aproximación inminente del año 2021, y sus festividades, los jóvenes mendocinos hacemos frente a la nueva realidad en tiempos de Covid-19.

En efecto, la forma en que abordan estas fiestas exigía ser diferente para adaptarse a la crisis sanitaria tanto nacional como internacional. Sin embargo, ¿es ésta una conciencia popular?

Puede parecer que hoy en día, la campaña disuasiva de asistir a grandes reuniones - con individuos que pueden ser propensos a adquirir y/o transmitir esta enfermedad mortal – es insignificante como nunca antes. Tan inoportuno es este accionar como alarmante.

Habiendo atestiguado la muerte que supera cuarenta mil argentinos, un equivalente a 65 veces los fallecidos en la dolorosa e inolvidable Guerra de Malvinas, los jóvenes mendocinos de manera mayoritariamente colectiva parecen ignorar aquella responsabilidad y mandato, en connivencia con el ineficiente accionar de las autoridades.

Con la misma regularidad de años pasados, la organización de fiestas multitudinarias sin protocolo de seguridad alguno, tanto bajo el marco de la ley como ilegales, demuestra el verdadero - o carencia de - impacto de la crisis de salud en la conciencia de los jóvenes de Mendoza.

“Estamos cansados de estar encerrados”, es una frase que se utiliza a menudo para justificar la participación en este tipo de fiestas de fin de año. Expresión que se puede interpretar de manera tanto colectiva como individualista. Sobre este tema, filósofos como Isaiah Berlin, en su ensayo “Dos conceptos de libertad” (1958), harían alusión a aquella perversión de una ‘libertad positiva’, en la cual una acción carece de autocontrol sin la imposición de restricciones.

Parece ser inminente la naturalización y desconexión entre las decisiones propias y sus repercusiones en el otro. Tan simple como agravante, es necesario reconocer que las consecuencias de una salida entre amigos pueden significar la diferencia entre la vida o muerte de otra persona. Sin utilización de hipérbole o exageración, el mundo en el que hoy vivimos evidentemente ha cambiado. Una metamorfosis que debe ser llevada a nuestros desplazamientos socio-culturales; de hecho, que la juventud, en quien se esperanza el futuro inmediato, ignore esta realidad no es una opción aceptable.

Aunque los jóvenes no parecen ser los más afectados por la enfermedad, las acciones del mendocino nunca han tenido un carácter tan personal como el de sus consecuencias. El joven de nuestra provincia puede ser el inminente receptor y propagador de este virus en sus círculos internos, poniendo en riesgo la salud y el bienestar de tanto de sus padres, como abuelos, y otros miembros de su familia.

El llamado a la reflexión, implora por un cambio radical en nuestra cultura a la hora de afrontar con la seriedad y el compromiso social que exige el virus de Covid-19. Hoy en día, cuando llegue el momento de tomar decisiones, el joven deberá responder con una ‘adultez’ que nunca antes se le había pedido. La titularidad de esta injusta pero no obstante necesaria responsabilidad se ha puesto ahora en los jóvenes que deberían encargarse de proteger a sus generaciones mayores, a sus propios compañeros y a los que están en un verdadero peligro.

Desafortunadamente, la realidad que padecemos nos lleva a la reversión de un postulado anti-social que gobierna durante décadas, no solo la Provincia sino también a nuestra querida Argentina. De hecho, este postulado fomenta que el bien personal reine sobre el bien común, lo que ha determinado nuestro reiterado fracaso comunitario. Nuestro hoy, impostergable, nos interpela a priorizar el bienestar de todos por el propio y para alcanzarlo el mejor camino es describir una conducta ejemplar, bien vale la frase de Séneca “El camino de la doctrina es largo, breve y eficaz el del ejemplo”. -

Juan Facundo Majul Fajardo es mendocino y estudia en el Instituto de Estudios Políticos de París- SciencesPo

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