Quien intente indagar en las ideas que trae Destéfanis para el partido que creó Perón, muy posiblemente se encuentre, por ahora, con demasiado empeño de la Reina de la Vendimia 2010 por rendir culto a ese tipo de militancia donde la fanfarria épica impide abrir ventanas, hacer autocrítica y plantear cosas concretas.
Demasiado ritual
En el acto de la semana pasada en que Anabel Fernández Sagsti le traspasó la jefatura partidaria a Flor Destéfanis los fieles portaban en sus pecheras lemas como "militemos hasta que lo imposible se vuelva inevitable".
¿No serían más productivas consignas como: preparémonos, debatamos, discutamos, aprendamos de los países a los que les va mejor? ¿Por qué siempre lo importante tiene que ser el ritual, la consigna, el mantra y no el intento de actualizar al partido para que haga un aporte a la Provincia y así podamos generar riqueza y empleos genuinos?
Supongamos que usted, lector/a, es una persona de Mendoza que tiene algunas coincidencias con el peronismo, que adhiere a su costado social y le gustaría ver un partido más moderno y menos encorsetado en el kirchnerismo y La Cámpora, dos instancias políticas que han demostrado la imposibilidad de hacer buenas migas con los mendocinos.
Usted, decíamos, no necesariamente busca militar a la manera tradicional. Usted trata de informarse, de asistir a reuniones, actos, conferencias, sigue a las figuras del partido en las redes. Pero siente que eso no lo llena.
Usted quiere que le hablen de cómo se puede hacer más productiva a Mendoza. Y entonces le gustaría que el peronismo matizara su transitado evangelio con el fluir de nuevas ideas sobre la Provincia. Cosas palpables como empleo, seguridad, vivienda, nuevas tendencias, tecnología, saneamiento económico.
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La presidenta saliente, Anabel Fernández Sahasti y su sucesora, Flor Destéfanis.
Felicidad invocada en vano
Cuando Cristina Kirchner, la referente nacional de Flor Destéfanis, dice que no va a cesar "hasta conseguir la felicidad del pueblo", debería no quedarse en esa expresión de deseos sino también explicar sintéticamente qué nos propone para bajar la inflación, suceso que, de darse, generaría sin duda felicidad en todos los argentinos.
Dicho sea de paso: ¿qué aporte han hecho Cristina y La Cámpora al saneamiento económico que está pidiendo a gritos la Argentina? ¿Cuánto del hermoso tiempo dedicado a pelearse con Alberto Fernández, con Martín Guzmán y otros funcionarios del propio Gobierno podría haberse dispuesto para debatir ideas que generasen más empleo formal?
En estos tres años del Frente de Todos los mayores objetivos de la Vicepresidenta han estado puestos a desarrollar la lucha personalísima de Cristina para zafar de los juicios que la acorralan en la Justicia y de los cuales el caso Validad, por el cual fue condenada a prisión e inhabilitada a perpetuidad para ejercer nuevos cargos públicos, es sólo uno de ellos?
Aquella renovación
Un dato interesante para esta discusión sobre el futuro del PJ del país lo aportó el propio el presidente Alberto Fernández este domingo (11/12/22). En una entrevista que le hizo Jorge Fontevecchia en el diario Perfil, el mandatario dijo que sería bueno que en el peronismo "se abriera un debate".
Y remarcó que él cree que "el tiempo más rico que vivió el PJ fue el debate por la renovación a partir de la puja entre Antonio Cafiero y Carlos Menem (a fines de la década del '80), aún cuando -aclaró- los que éramos cafieristas lo hayamos perdido". La fortaleza que hoy necesita el peronismo se logrará con debate. Y eso vale la pena", remarcó.
Muchos se preguntan por qué no puede haber en Mendoza una versión -adaptada a los nuevos tiempos- de aquel peronismo republicano que trajo aires de renovación entre 1987 y 1999 y que le dio tres gobernaciones seguidas al PJ con José Octavio Bordón, Rodolfo Gabrielli y Arturo Lafalla.
Ese fue un peronismo de raigambre mendocina, que supo diferenciarse con talento de un menemismo desprejuiciadamente guarango. Un PJ local que además tuvo la habilidad de escuchar los nuevos vientos (por entonces caía el Muro de Berlín y Occidente se configuraba de vuelta) y adaptarlos a la realidad local. Mientras Menem privatizaba a mansalva, Bordón hablaba de que había que "desestatizar la vida".
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