Así aquellos destacados equipos que forjaron el paladar negro del hincha gimnasista se ganaron la fama y el respeto de todo el país. Y las anécdotas de los partidos y de los recordados "compadres" quedaron grabadas en la memoria colectiva, a falta de registros audiovisuales.
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"El Victor" junto a Cato Aguilar dos figuras de la historia del Lobo. Hoy con un presente triunfante para todo el fútbol mendocino.
"Jugábamos al toque para divertirnos, después los goles llegarían solos", declaraba el Maestro que solía ser tapa de El Gráfico.
Con el tiempo, tuve la bendición de compartir unos partidos con el Víctor en sus años maduros. Un día nos presentamos con un equipo que teníamos en la facultad para jugar contra las glorias que capitaneaba el Víctor. Por supuesto, nos golearon sin despeinarse, y el director de orquesta contribuyó varias veces en el marcador con su exquisita pegada que aún seguía vigente.
Cómo olvidar otro momento emotivo, cuando el Víctor se prendió a jugar un picado con los muchachos de radio Nihuil en una canchita mediana. Allí despuntábamos el vicio todos los sábados con el Dani Fiochetta, el Leo Olivar, el Pitufo Muñoz, el Profesor Ácaro, el Kily Molina, el Ariel Robert, el Marcelo Zárate, el Ale Parigi, el Alberto Videla, el Carlitos Romairone, el Coco Gras, Tinnirello, Tobares, Reboredo y tantos otros nihuileros (perdonen los no citados, pero no la quiero hacer muy larga).
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La gran fiesta de Gimnasia y Esgrima tras su ascenso a primera.
Foto: Cristian Lozano/ Diario UNO
Esa tarde jugamos con una pelota medio deshilachada, que parecía que se le quería salir una teta por el costado. Lo mágico es que cada vez que la acariciaba el Víctor la pelota se volvía redonda, y los de su equipo nos creíamos a la altura del Documento Ibáñez, el Negro Felman, el Pancita Videla, Cochina Olguín y Búfalo Funes.
Quizás no fue tan así, pero yo sentía que aquel pibe veterano, capitán con la 8 del glorioso Gimnasia y Esgrima, me buscaba para tirar paredes. Ese honor y la emoción que me brota cada vez que lo recuerdo no me la podrá quitar ni el más eficaz refutador de leyendas. Será una de las tantas historias que supo generar un personaje popular que ya es patrimonio de Mendoza.
Hoy que el Lobo vuelve a codearse con los del fútbol mayor, vale el homenaje al más cabal representante de tantos talentos y equipos extraordinarios que han formado parte del club que, transitando mejores y peores épocas, siempre intentó identificarse con la hinchada amante del fútbol pituco.
Cada hincha mensana seguramente atesora sus imborrables recuerdos, alegrías y frustraciones, como lo he vivenciado yo con mis viejos, mi hermano y mis hermanas, todos fanas de Gimnasia. Ahora me toca celebrar el ascenso también con mis hijos y mis sobrinos, para seguir el legado del tío Matías, quien me llevó por primera vez a una cancha para hacerme del Gran Lobo para siempre.