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Celeste Saulo, Secretaria General de la OMM, destacó que la crisis climática no solo arruina vacaciones, sino que provoca “repercusiones de gran envergadura” en los ecosistemas de montaña y en las economías locales. La criosfera, que incluye todas las partes heladas de la Tierra, está disminuyendo a un ritmo alarmante, afectando desde la generación de energía hidroeléctrica hasta el abastecimiento de agua dulce.
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Minamiuonuma, Japón (Foto: Getty)
Los estudios científicos no dejan lugar a dudas. Un informe publicado en Nature Climate Change reveló que, sin nieve artificial, entre el 53% y el 98% de las estaciones de esquí europeas sufrirán escasez de nieve con un calentamiento global de 2°C a 4°C. Suiza, sede de la FIS y la OMM, ya perdió el 60% del volumen de sus glaciares desde 1850, y las nevadas en altitudes bajas se redujeron drásticamente desde los años 70.
Lo más preocupante es que la isoterma de 0°C (la altitud a la que el agua empieza a congelarse) subió de 600 a 850 metros en las últimas décadas, y los escenarios para 2060 sugieren que podría alcanzar entre 1.300 y 1.500 metros si no se toman medidas drásticas para frenar el cambio climático.
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Foto: Organización Metrorológica Mundial.
Frente a esta realidad, la FIS y la OMM firmaron un memorando de entendimiento que entrará en vigor en la temporada 2024/2025, con el objetivo de impulsar la gestión de la nieve y mejorar el uso de datos científicos para mitigar el impacto climático en los deportes de invierno. Una de las primeras iniciativas será un seminario el 7 de noviembre, en el que se abordarán las herramientas de pronóstico para ayudar a las estaciones de esquí a enfrentar las nuevas condiciones climáticas.
El panorama es incierto. El cambio climático no solo está amenazando el ocio de quienes disfrutan del esquí y el snowboard, sino también las economías locales que dependen de los ingresos turísticos. Los centros de esquí, que alguna vez fueron emblemas de aventura, hoy enfrentan desafíos sin precedentes.
El acuerdo entre la FIS y la OMM es un paso clave para visibilizar la crisis y tratar de mitigar sus efectos, pero el camino por recorrer es largo. Si no se toman medidas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, el esquí podría convertirse en un deporte reservado para unas pocas regiones privilegiadas. La nieve, que alguna vez fue sinónimo de disfrute, corre el riesgo de volverse un recuerdo lejano en muchos de los destinos que hoy conocemos.
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