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Hachiko, una historia de amor y fidelidad
El profesor Ueno le encomendó a un alumno que le consiguiera un perro de la raza akita, un animal casi sagrado en Japón, para regalárselo a su hija. Pero ésta se casó, quedando el animal al cuidado del hombre.
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Hachiko, el perro japonés que aguardó a su amo casi 10 años en una estación de trenes.
La amistad que se forjó entre los dos fue tal que Hachiko (de "Hachi", ocho en el ideograma japonés) acompañaba siempre a Hidesaburo a la estación cuando el profesor diariamente viajaba para dar clases en una universidad.
Sin embargo, un día ocurrió una fatalidad: el profesor murió de un infarto al frente del aula. Y en ese mismo trágico día Hachiko fue a buscarlo a la estación, y en ese mismo día Hachiko se quedó allí para siempre.
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La lealtad de Hachiko pasó a la inmortalidad
En 1934 su continua presencia en la popular estación de trenes Shibuya llamó la atención de los pasajeros. El diario Asaji contó su historia, que terminaría conmoviendo a todos.
Desde ese momento los viajeros comenzaron a alimentarlo pero Hachiko jamás se iría con alguno de ellos: siempre aguardaría por su amigo, literalmente toda su vida.
Un 8 de marzo de 1935, tras una década de vana ilusión, la vida de Hachiko se apagó, y al pie donde la muerte lo encontró se construyó una estatua en su honor. La misma que hasta el día de hoy permanece en la estación, como esperando eternamente que su amo, algún día, lo pase a buscar.
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Hachiko, el perrito más fiel, tiene su estatua en la popular estación de trenes Shibuya, en Tokio, Japón.