El fundador de WikiLeaks

Un equipo médico pide que se acabe la "tortura" contra el periodista Julian Assange

Por UNO

Julian Assange es aquel periodista australiano fundador del portal  WikiLeaks que con sus informaciones exclusivas sobre secretos confidenciales disparó las alarmas en los servicios de inteligencia de todos los países del mundo. Tras diez años de procesamientos e investigaciones, el analista y programador internado en la prisión de máxima seguridad británica de Belmarsh, ya está sentado desde el inicio de la semana frente al Tribunal de Woolwich Crown Court, en el sureste de Londres, para responder al proceso de extradición abierto por Estados Unidos acusado de difundir información altamente sensible para la seguridad internacional.

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El juicio durará varios días y en un principio se centrará en las alegaciones de las partes antes de que sea suspendido hasta el próximo mes de mayo. El coordinador de la defensa, el ex juez español Baltasar Garzón, anunció que espera "tener un encuentro con los periodistas” con antelación a la vista oral.

Pero más allá del interés que ha despertado este juicio, llama la atención el grave deterioro físico en el que parece haber caído Assange en los últimos meses. Varios médicos han pedido, en una carta publicada en la revista médica británica The Lancet, que el fundador de WikiLeaks reciba atención sanitaria urgente.

Encabezados por Stephen Frost y Lissa Johnson, los firmantes del informe procedentes de 18 países urgieron a los gobiernos del Reino Unido  y  Australia a que terminen “con la tortura” que implica no atender al informático, cuya salud “se está deteriorando” día a día.

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El equipo médico señaló que el programador no ha recibido atención médica adecuada y lamentó que, según el testimonio de varias fuentes, “su salud física y mental esté empeorando”.

Los médicos recordaron que, en una comparecencia judicial llevada a cabo el pasado mes de octubre, Assange apareció “pálido y con bajo peso, rengueando y con problemas para concentrarse y comprender el proceso”.

Los facultativos condenaron “la negación de atención sanitaria adecuada” al reportero y subrayaron que “no debe permitirse que la política interfiera con el derecho a la salud y la práctica de la medicina”.

Una vida arruinada

Sin duda, la captura del hombre ha sido implacable y ha surtido efecto: a Julian Assange se le ha arruinado la vida, hasta el punto de que, hoy por hoy, su integridad física corre serio peligro. Es el precio que debe pagar el periodista por contar la verdad y por airear una serie de documentos comprometedores que dejan en muy mal lugar a los poderosos que dirigen los destinos del mundo.

A Assange, de 48 años, se lo persiguió sin tregua ni cuartel. Tras filtrar sus informaciones tuvo que hacer frente a la acusación lanzada por una mujer que en 2010 por violación durante unas conferencias organizadas en Suecia por WikiLeaks.

Este asunto de la agresión sexual parece definitivamente archivado por la Fiscalía sueca, pero sirvió para desacreditar al investigador ante la opinión pública mundial. Como también se ha tratado de destruir la imagen del que quizá sea el periodista más influyente de este siglo con asuntos económicos y fiscales de todo tipo.

Así, la prensa conservadora lo acusó de “opacidad contable” al asegurar que WikiLeaks “nunca hizo públicas sus cuentas en los 13 años de existencia” y que a pesar de haber recibido supuestamente millones de euros en donaciones, la web seguía sin declarar beneficios.

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Assange denunciò en reiteradas ocasiones que todas estas maniobras están impulsadas por EE.UU, que ha tratado de buscar la manera de extraditarlo por todos los medios. “Detenido durante siete años sin cargos mientras mis hijos crecían y mi nombre era vilipendiado. Ni olvido ni perdono”, aseguró el fundador de WikiLeaks a través de Twitter.

Detenido en 2010 en el Reino Unido a petición de Suecia por el caso de los presuntos delitos sexuales, Assange ha pasado la última década confinado, primero bajo arresto domiciliario y después refugiado en la embajada de Ecuador en Londres, hasta que este país le retiró el derecho de asilo diplomático en 2019. De inmediato, el periodista fue arrestado por la Policía británica y conducido a la prisión de Belmarsh.

EE.UU. insiste en la extradición

Lo último que se sabe de Assange es que el pasado mes de mayo Estados Unidos pidió su extradición a Londres por 18 supuestos “delitos de espionaje y conspiración para cometer intrusión informática”.

De ser declarado culpable, podría ser condenado a 175 años de cárcel por la Justicia norteamericana. Washington considera que el famoso periodista conspiró con Chelsea Manning, la soldado estadounidense que filtró gran cantidad de cables diplomáticos confidenciales, incluso de la CIA y el Pentágono, desencadenando un auténtico terremoto para la estabilidad mundial.

El director de WikiLeaks, Kristin Hrafnsson, advirtió que el resultado del juicio determinará “el futuro del periodismo” y decidirá “qué sucede con un periodista que difunde información veraz y de interés público de un Estado”. De momento, Assange ha recibido el apoyo de prestigiosos periódicos como The Guardian y The New York Times, así como de asociaciones como Reporteros sin Fronteras y Amnistía Internacional.

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