¿Puede la Justicia con tres testimonios condenar a un hombre por el asesinato de su hijastra? ¿Puede la Justicia por el mismo hecho absolver al padastro de la menor, quien tenía pruebas de ADN positivas y había admitido haberla violado? Hasta ahora la respuesta parece ser correcta, aunque es la Corte provincial quien debe darlas.

El periplo de un caso que no tiene nada que envidiarle a una serie de Netflix tuvo su inicio el 17 de mayo de 2007, cuando encontraron el cadáver de Micaela Reina en un piletón de una bodega abandonada en calle Sarmiento de Guaymallén. Los forenses determinaron que la pequeña de 11 años murió asfixiada y, además, había sido abusada sexualmente.

Su madre, Marta Reina (52), encabezó los pedidos de Justicia que se replicaron en distintos medios. Su discurso fue claro: apuntó contra su expareja y padre de la víctima, Alejandro Prádenas.

La investigación estuvo plagada de contradicciones -ver más abajo-, pero así y todo el hombre llegó a juicio en 2009, imputado por privación de la libertad agravada. Fue condenado a 6 años de prisión, pero como estaba libre siguió en las calle ya que el fallo no quedó firme: fue apelado por sus abogados.

Un año después, la Suprema Corte de Justicia le dio un cachetazo. Agravó su pena a 15 años de cárcel por abandono de personas seguido de muerte. Prádenas debía caer detenido, pero escapó y quedó prófugo.

Mientras las autoridades trataban de dar con su paradero, el entonces fiscal especial Santiago Garay comenzó una pesquisa con otra línea totalmente distinta. Apuntó contra Marta Reina y Osvaldo Ramón Duarte, con quien supo estar casado.

Pese a que parecía haber pruebas científicas, los jueces Gabriela Urciuolo, Agustín Chacón y María Alejandra Mauricio terminaron absolviendo a ambos en 2014.

En abril de 2017, el padre biológico de Micaela fue capturado en la Quinta Sección de Ciudad y actualmente se encuentra en el penal, cumpliendo una pena que todavía no está firme.

Tanto la defensa de Prádenas, a cargo de Gabriela Massad y Ariel Civit, y la Fiscalía, por intermedio de Fernando Guzzo, presentaron apelaciones ante la Suprema Corte de Justicia. Las dos partes entienden lo mismo: Prádenas es inocente y fue Duarte quien violó y asesinó a la menor, con la complicidad de Marta Reina.

Las pruebas del primer juicio

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Alejandro Prádenas fue condenado gracias a tres testimonios. Por un lado el de Marta Reina, quien aseguró que otro de sus hijos, Víctor, había visto a su hermana maniatada en la casa de Prádenas y le pidió auxilio. Pese a esto, nunca mencionó semejante detalle cuando hizo la denuncia por la desaparición de su hija.

Víctor Reina ratificó esa declaración, pese a que gente de su entorno había dicho que cuando se enteró de la desaparición de Micaela la había ido a buscar a la casa de Duarte y no a la de Prádenas.

El otro testigo clave fue una menor de 12 años, discapacitada y amiga de Micaela. La chica, que en cada declaración iba agregando datos nuevos, detalló que vio cómo Prádenas tomaba a la fuerza a la víctima, la encerraba en su casa y le aplicaba inyecciones. Según su relato, todo esto lo pudo observar tras colarse en la casa de Prádenas sin que nadie se diera cuenta.

Este testimonio fue valorado como fundamental en la condena contra el padre de Micaela, pese a que seis peritos -cuatro oficiales y dos de parte- aseguraron que no era creíble.

Las pruebas del segundo juicio

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La investigación que lideró el fiscal Garay parece haber sido más científica. Principalmente, porque logró establecer que una mancha hallada en el pantalón que tenía puesto el cadáver de Micaela tenía ADN positivo de Ramón Duarte -no se determinó si era sangre, saliva o semen-.

Además, los forenses precisaron que las lesiones vaginales y las de asfixia fueron simultáneas. Es decir, Micaela intentó defenderse mientras era violada y terminó muriendo estrangulada.

El propio acusado brindó una declaración y aseguró haber tenido "relaciones sexuales" con Micaela aunque fue una semana antes de su desaparición.

En ese testimonio afirmó que solía verse ocasionalmente con Marta Reina, pese a que ella en un principio había declarado que no tenían contacto desde 1989, cuando se separaron. Hasta se logró demostrar que habían intercambiado mensajes de texto hasta los últimos días anteriores el asesinato.

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Además, no sólo se hallaron dos cuadernos de la víctima fatal en las inmediaciones del domicilio de Duarte, en El Algarrobal, sino que una testigo lo señaló en un reconocimiento por haberlo visto junto a Micaela Reina.

Hasta los testimonios de sus propios entornos los complicaron. Otra hija de Duarte declaró que estaba segura de que su padre había matado a Micaela y distintos familiares ratificaron que el hombre continuaba teniendo una relación con Marta Reina, quien estaba formalmente en pareja con otro hombre.

¿Qué resta?

Se trata de un caso a todas luces impune, porque ni siquiera creyendo en la condena contra Prádenas se puede decir que fue el asesino y violador ya que está preso por haber abandonado a su hija en la bodega a merced de otros sujetos que la violaron y mataron.

En detalle, su defensa reclama que se absuelto o que se realice un nuevo juicio. En paralelo, el Ministerio Público Fiscal pide que se condene a Duarte por abuso sexual seguido de muerte y a Marta Reina como partícipe primaria de ese hecho. Hasta ahora, con varios años de por medio, la respuesta ha brillado por su ausencia.