En contraparte, la psiquiatra Laura Hanna integró el equipo de peritos que evaluó por primera vez a Gil Pereg, casi un mes después de que se había cometido el doble crimen. La profesional manifestó que si bien "no podemos establecer al momento del hecho si estaba con un brote psicótico" debería haber estado "florido todavía al momento de la entrevista".
Hanna, que en ese momento pertenecía al Cuerpo Médico Forense (CMF), detalló que el sospechoso tenía las "funciones psíquicas conservadas y el hilo conductor no era delirante". "El psicótico no elije ser un gato, como decía Pereg. El psicótico cree que lo es", agregó.
Por último recalcó que no puede definir si el israelí era imputable o no al momento del hecho, pero ante preguntas del fiscal Fernando Guzzo aseveró que un psicótico no continúa con su vida normal en medio de un ataque de delirio.
Al finalizar la etapa de testimoniales, se espera que el propio acusado declare en la jornada de este martes. El debate continuará el miércoles cok la recta final: alegatos, deliberación, verdicto del jurado y sentencia de la jueza Laura Guajardo.
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Foto: Martín Pravata
Juicio contra Gil Pereg
Phyria Sarussi y Lily Pereg llegaron a Mendoza el 11 de enero de 2019 para visitar al hijo de Sarussi, Nicolás Gil Pereg -así se hacía llamar-, quien vive en la provincia desde hace diez años aproximadamente. Al día siguiente se reunieron con el hombre y los tres fueron juntos hasta el lugar donde vivía en condiciones de poca higiene: un predio ubicado en las inmediaciones del cementerio de Guaymallén. Desde ese momento, no fueron vistas nunca más.
Gil Pereg fue sospechoso por su extraño modo de vida -vivía como un marginal pero tenía 3 millones de pesos en su domicilio-, aunque nunca se pudo encontrar pruebas para vincularlo. La Justicia investigó el caso como una averiguación de paradero hasta el 25 de enero cuando un cotejo con una mancha hallada en su domicilio determinó que era sangre de su tía. Esa misma jornada fue detenido y al día siguiente se encontraron los cuerpos.
Lily Pereg, quien era docente de microbiología en Australia, fue ultimada de tres disparos. En tanto que la madre del acusado fue estrangulada. Ambas fueron empaladas con un hierro de construcción cuando ya estaban sin vida.