Ese mismo día, Nancy Díaz salió del lugar y se encontró con dos sujetos que andaban en "autos de alta complejidad". Gil Pereg se los presentó como sus socios. "Ahí me quedé callada y empecé a pensar: qué tonta, ¿será un espía?", explicó.
La testigo dijo que Gil Pereg estaba todo el año vestido de bermuda, remera y ojotas: "Yo le decía que se abrigara, que se pusiera un pantalón". Sobre su extraño peinado, dijo que le consultó y el israelí le dijo que se aplicaba cemento.
La empleada municipal narró que cuando se enteró de la desaparición de las víctimas "me puse la camiseta y me puse a buscarlas en el cementerio día y noche. Yo le decía que no sea pelotudo si las estábamos buscando todos".