Pero lo cierto es que las entidades financieras confirmaron que los préstamos se entregaron y que, incluso, muchos fueron devueltos en su totalidad y otros estaban en ese proceso, al día en sus cuotas.
Entonces, una parte del dinero era usado por Hornz para devolver los préstamos más antiguos. Una víctima contó que, en su caso, Hornz sacó un préstamo por $80.000 y terminó cancelándolo en $141.600.
Muchos de los préstamos fueron devueltos y otros estaban en ese proceso cuando se descubrieron las maniobras y la mujer fue imputada. Incluso horas antes de entregarse a la Justicia fueron cancelados algunos préstamos.
"Todos nos preguntamos lo mismo: ¿qué hacía con la plata?", se preguntan las víctimas. Y los fiscales responsables de la investigación tienen la misma gran intriga.
-¿Cometió la primera estafa para salir de un problema financiero y después cayó en la red de devolución e intereses que la obligó a seguir estafando de la misma manera?
-¿Había juntado suficiente dinero para armar su propia bolsa de dinero y transformarse en usurera?
-¿Invertía ese dinero en comprar y vender algo de fácil ubicación y con buena ganancia?
Solo hay preguntas, varias presunciones y ninguna certeza.
En la zona, especialmente en el ambiente de la Justicia, de donde es la victimaria y la mayoría de sus víctimas, se apela a la ironía y al humor negro, en parte para superar el mal trago.
Por ahora no se sabe que las maniobras hayan perjudicado a las víctimas económicamente, aunque en algunos casos les han complicado la posibilidad de pedir créditos (legales y reales).
Más allá de lo que aún no se sabe de Noralí Hornz, de su modus operandi, de sus objetivos y de si tenía cómplices o personas que le facilitaban los engaños , el caso ha dejado en evidencia la vulnerabilidad del sistema para acceder a préstamos y, a parir de ahora, nada continuaría igual en este ambiente.