El 23 de noviembre de 2025, Muhammed Kendirci, un adolescente de 15 años de Turquía entró a trabajar por primera vez en un taller mecánico de su barrio. Nunca se imaginó que iba a terminar con su muerte.
El ritual de iniciación con un aire comprimido que terminó con la muerte de un adolescente
Lo que sería una bienvenida a su primer trabajo terminó con la muerte del chico de 15 años
Era un lunes soleado, y Muhammed Kendirci, emocionado por ganar su propio dinero, llegó puntual a las 8 de la mañana. Nadie imaginaba que unas horas después estaría muerto por una “broma”.
Es que en ese taller, y en cientos de otros ubicados en Turquía, se considera un ritual de iniciación el hecho de introducir una manguera de aire comprimido por el ano del aprendiz nuevo.
El ritual que terminó con una muerte
La práctica, conocida en los talleres de Turquía como “hava tabancas akas” (la broma de la pistola de aire), lleva décadas repitiéndose impunemente. Consiste en conectar una pistola neumática a 8 o 10 bares de presión y disparar el chorro directamente al recto de la víctima.
El aire penetra a gran velocidad, atraviesa la pared intestinal y se expande brutalmente en la cavidad abdominal y torácica, provocando un barotrauma explosivo. En cuestión de segundos se produce embolia gaseosa masiva, rotura de órganos y muerte por paro cardiorrespiratorio.
Según la investigación policial y las declaraciones recogidas en el expediente judicial, sobre las 16 dos oficiales del taller —un maestro de 42 años y un oficial de 27— decidieron “darle la bienvenida” al adolescente.
Lo sujetaron entre risas, le bajaron los pantalones y uno de ellos introdujo la boquilla de la manguera mientras el otro apretaba el gatillo. Muhammed Kendirci gritó de dolor y cayó al suelo inmediatamente. En menos de un minuto perdió el conocimiento. Sus compañeros, aún riendo, pensaron que exageraba. Cuando vieron que no respiraba, lo subieron a un coche particular y lo llevaron al hospital más cercano. Llegó muerto.
La autopsia sobre la muerte fue escalofriante: pulmones colapsados, intestino delgado y grueso desgarrados en múltiples puntos, diafragma roto, aire libre en cavidad pericárdica y burbujas de gas en las arterias coronarias y cerebrales.
La noticia estalló como una bomba en Turquía. Los medios la bautizaron rápidamente como “el adolescente muerto por una broma de taller” y las imágenes de Muhammed Kendirci sonriendo con su uniforme escolar nuevo se hicieron virales.
Lo más perturbador es que no fue un caso aislado. Solo en los últimos 10 años, las autoridades turcas tienen registro de al menos 14 muertes y más de 80 lesionados graves por la misma práctica en talleres mecánicos, fábricas textiles y astilleros.
Los dos responsables por la muerte ya empezaron a ser juzgados por homicidio con dolo eventual: sabían que la práctica podía matar y aun así la ejecutaron.





