Una adolescente se recupera tras golpes durante una avalancha
Esa adolescente se estaba recuperando en su casa, después de diez días de estudios médicos, cuando el caso del chico agredido por patovicas en un salón de fiestas situado en Luján de Cuyo explotó en todos los medios. Y entonces sus padres decidieron que no podían quedarse callados.
“Necesitamos ayuda, difusión, apoyo. Porque las responsabilidades son compartidas y de nada sirve ir a la justicia a culpar solo a uno”, dijo, en diálogo con Diario UNO, Julieta Morón, la mamá.
“Mi hija quedó aplastada debajo de una avalancha de chicos que empujaban para entrar”, recuerda Julieta. “Nuestro único foco fue su bienestar. Estuvimos diez días de médicos, estudios y angustia. Gracias a Dios hoy se recupera, pero lo que atravesó fue grave: un politraumatismo por aplastamiento”.
El camino natural para muchos hubiera sido la denuncia judicial. Pero la familia optó por otra salida. “Nos aconsejaron denunciar al salón, a la seguridad, a la familia organizadora. Pero sentimos que no era el camino. Un juicio solo señalaría a una persona, cuando en realidad lo que pasó fue consecuencia de muchas responsabilidades que estaban ausentes. Preferimos apostar al diálogo y a la construcción de soluciones”, sostuvo la mamá.
Aquí un ejemplo de las avalanchas que se producen en Mendoza en los ingresos a este tipo de fiestas:
Embed - Avalancha humana en un cumpleaños de 15 de Mendoza
De un caso individual a un movimiento colectivo para lograr seguridad
Lo que comenzó como el relato de un hecho puntual terminó transformándose en un movimiento de padres. “Conversando con otros papás nos dimos cuenta de que no éramos los únicos que veíamos este problema como algo sistémico”, cuenta Julieta.
Así surgió una carta. Fue redactada, corregida, consensuada. Y rápidamente se multiplicó: en pocos días recibió la firma de más de 200 familias mendocinas. En ella, los padres no buscan culpables individuales sino señalar la necesidad de cambios estructurales.
“El salón se comunicó con nosotros al día siguiente, y nos pareció honesto su interés. Le hicimos llegar la nota y empezaron a implementar cambios. Pero para que esto sea real, necesitamos apoyo de la sociedad y de los organismos de control”, explican.
"La seguridad de nuestros hijos es innegociable"
El texto que elaboraron los padres comienza con una frase que es casi un manifiesto:
“La seguridad de nuestros hijos e hijas no es negociable. Un grito de alerta desde la sociedad mendocina”.
La carta denuncia que los hechos de los últimos días no son excepciones. “No son casos aislados —escriben—. Son prueba de que el descontrol se está generalizando y, mientras tanto, la seguridad de nuestros hijos permanece en un limbo”.
El planteo central no es punitivo sino constructivo: “No buscamos culpar, sino llamar a la reflexión y a la acción”.
La cadena de responsabilidades
El documento hace hincapié en un punto clave: la cadena de responsabilidades.
“Como padres tenemos un rol en el diálogo, la educación y el control de nuestros hijos. Pero no somos los únicos. Los salones, la seguridad, los organizadores, la policía, los municipios y el Estado tienen responsabilidades que deben asumir”, dice.
agresion adolescente salon desert gala
Una golpiza que dejó en evidencia la vulnerabilidad de muchos adolescentes en fiestas.
Gentileza
Enumeran, uno a uno, los puntos críticos:
- Aforo y habilitaciones: los salones no pueden tratar las regulaciones como un obstáculo económico. El aforo, las salidas de emergencia y los sistemas de seguridad “no son negociables”.
- Control de acceso: se deben evitar las avalanchas con un ingreso ordenado, con personal idóneo y en número suficiente.
- Seguridad profesional: los patovicas no pueden ser agresores. “Su rol es la protección, no el maltrato”.
- Alcohol: los salones deben controlar el ingreso de menores alcoholizados y denunciar la venta clandestina de bebidas.
El documento propone incluso sanciones: multas para los padres que permitan a sus hijos llegar alcoholizados y para los salones que miren hacia otro lado.
Los padres subrayan que no se puede hablar de soluciones sin la intervención de las autoridades. “El Estado no puede ser un actor pasivo. La falta de acción es complicidad”, dice la carta. Y piden presencia policial en los accesos, protocolos claros de denuncia y control efectivo de las habilitaciones.
Una comunidad que pide cambios concretos
En Mendoza, los 15 y las fiestas privadas forman parte del rito social de los adolescentes. Son espacios de encuentro, de socialización, de descubrimiento. Pero la falta de controles los ha convertido en terrenos inseguros.
“Hoy nuestra hija está recuperándose. Mañana puede ser el hijo de cualquiera. No queremos que la próxima nota sea una tragedia”, advierten los padres, apoyados por los firmantes.
Salones de fiestas.jpg
Los dueños de los salones de festas también están en el foco de los reclamos de los padres.
Archivo UNO
Lo que estos padres proponen no es clausurar la diversión juvenil, sino garantizar que esa diversión sea segura. “Los jóvenes necesitan guía, contención, y que los adultos demos el ejemplo. No podemos resignarnos a decir ‘son chicos difíciles’. Debemos hacernos cargo”.
Una oportunidad de cambio y la necesidad de contar con seguridad
El eco de la carta ya generó repercusiones: conversaciones con salones, reuniones con padres, difusión en medios y, sobre todo, una sensación de comunidad activa. “Esto no es un problema de mi hija o de tu hijo. Es un problema de todos. Por eso necesitamos que las autoridades, los dueños de salones, las familias y los jóvenes entiendan que la seguridad no se negocia”, concluye Julieta.
En Mendoza, donde los últimos fines de semana mostraron la cara más cruda del descontrol, la voz de estos padres representa una propuesta. Y, como dijo Julieta a Diario UNO: “Una llamada de atención antes de que sea demasiado tarde”.