La noche del 18 de septiembre de 1969 cometió uno de los crímenes más recordados de la historia policial de Mendoza: el de su esposo, el profesor Avelino Maure. Ahora, cincuenta años después, Susana Arbues tiene 76 años, está libre porque ya cumplió totalmente la condena judicial y vive en San Juan, donde se radicó durante la década del ´90.

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Usa el cabello corto y totalmente blanco. Cuando muchos creían haberle perdido el rastro, Susana Arbues fue encontrada por este periodista de Diario UNO y autor del libro Avelino Maure, 50 años, editado por la Universidad Juan Agustín Maza

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Cómplices

Con apenas 26 años, Arbues no actuó sola aquella noche aciaga en la desolada y tenebrosa calle Las Cañas de Guaymallén. Justo a la altura del centro comercial La Barraca y a pocos metros del camping del club Israelita Macabi. Su cómplice fue Rodolfo Giménez Jáuregui (30), el amigo fraterno de ambos, el compinche de Avelino Maure (31) desde la juventud.

Jáuregui, así lo conocían, era un corpachón que se sentía el tercero en discordia sin darse cuenta de que para Susana Arbues era, ni más ni menos, que un títere al cual podía manipular y descartar cuando se le antojara. Como lo hizo una vez cometido el asesinato cuando ambos cayeron presos.

Hoy Giménez Jáuregui tiene 80 años, ya purgó la pena de prisión impuesta por la Justicia en 1971 y vive en Mendoza. Al autor de esta nota y del libro Avelino Maure, 50 años le dijo, entre otras cosas, "que no tiene problemas con nadie".

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La investigación periodística basada en el expediente judicial y en una serie de entrevistas permitió derribar un mito urbano que circuló con fuerza gracias al paso de los años: los asesinos del profesor Avelino Maure jamás se casaron entre ellos.

De hecho, nunca más volvieron a verse las caras desde que ingresaron a la cárcel de Boulogne Sur Mer. Ella al pabellón de mujeres con guardapolvo azul; él, al sector de varones.

Sin embargo, ella le escribió 84 cartas que le hizo llegar a través de agentes penitenciarios. Pero no eran de amor. Eran instrumentos de convencimiento para que él se hiciera cargo de la autoría intelectual del homicidio que trascendería los tiempos.

"Hoy se cumplen diez meses desde que cometimos el mayor error de nuestras vidas..." "Hoy se cumplen diez meses desde que cometimos el mayor error de nuestras vidas..."

De Arbues a Giménez Jáuregui en la carta 52

El caso

Aquella noche, Arbues y Giménez Jáuregui llegaron a la guardia del Hospital Español. Ella tenía una crisis de nervios fenomenal. Él sangraba  por una herida de arma blanca en el pecho. Arriba. En el costado derecho.

"¡Nos asaltaron!", repitió ella. "Estábamos con mi esposo, ¿dónde estás Avelino?", imploró.

"Los tres íbamos en el auto por la calle Las Cañas. Volvíamos de una reunión. Yo manejaba. Más allá de donde termina la luz había algo tirado en la calle y tuve que parar. Ahí dos personas se nos vinieron encima y forcejearon con mi marido y con Rodolfo, el padrino del nene. Los atacaron. Lucharon. Y huyeron por los cañaverales. Después, Rodolfo y yo pudimos escapar. Y llegamos hasta acá".

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La investigación se centró en una superficie reducida y oscura. Hubo policías, linternas, balizas encendidas y perros de rastreo. Los animales perfectamente entrenados y eficaces contradecían la versión de Arbues porque seguían un rastro que se perdía ahí. ¿No era que los atacantes habían escapado?

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A esa altura, un policía instalaba una duda: ¿Por qué una mujer abandonaría a su esposo donde fueron asaltados?

  "Vi todo desde el auto; nunca bajé", había dicho Arbues. Sin embargo, uno de sus zapatos fue hallado cerca de una hijuela sobre la calle Las Cañas. Junto a un álamo que todavía existe. Ese calzado estaba junto con otros elementos. Como una cajita de fósforos de cera marca 70 y los anteojos destrozados del profesor Avelino Maure, entre otros.

Del otro lado de la calle, en otra hijuela de riego, en medio del barro, la policía halló el cadáver de Avelino Maure. Estaba cubierto con su propio saco. De cara al cielo.

Había sido acuchillado por la espalda y rematado a golpes de piedra; piedra que también fue hallada en la escena del crimen.

El hombre que vio todo

Vicente Fabriani, un agricultor que no sabía leer ni escribir, declaró que esa noche, mientras escuchaba radio en el patio de la finca que daba a la calle Las Cañas, escuchó los gritos desesperados de un hombre.

¿Qué decía ese hombre? -le preguntó un policía.

¡¡No me peguen más!! ¡¡No me peguen más!! -eso gritaba.

Amparado por los cañaverales, Fabriani vio que la víctima era atacada por  un hombre grandote y una mujer bajita. Y nadie más. También vio que la víctima fue arrojada a la hijuela cuando dejó de gritar. Y que el hombre y la mujer se fueron en el auto que manejaba ella.

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Culpables

Susana Arbues y Giménez Jáuregui fueron condenados el 31 de agosto de 1971 por un tribunal que presidió el juez Luis Cherubini Lima.

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"Cadena perpetua para la pareja diabólica", tituló la revista porteña ASI, creación del fundador del canal Crónica TV y dedicada a tratar casos policiales de todo el país, el 3 de septiembre posterior. Los diarios, canales de televisión y radios de Mendoza dedicaron generosos espacios.

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El juicio empujó a la sociedad a los tribunales con la misma voracidad con que el crimen los había atraído hasta la mismísima calle Las Cañas. Todos habían querido pisar la misma huella que el profesor asesinado. Dos años después, la sociedad pugnaba por ser testigo de la sentencia a los homicidas.

A esa altura, Maure ya era una especie de semidiós a quien los estudiantes le rogaban auxilio intelectual al momento de un examen.Le prendían velas, le rezaban y le dejaban carpetas y objetos personales en una ermita que fue levantada en la escena del crimen, y que desapareció en los ´90.

Las condenas a los asesinos de Maure fueron notablemente rebajadas según consta en tres decretos del Gobierno de Mendoza emitidos en los ´70 y ´80. El último, durante la gobernación de Felipe Llaver.

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El libro

Es la primera obra publicada por la Facultad de Periodismo de la UMaza y  recoge testimonios actuales de Arbues y de Giménez Jáuregui.

Además, entrevistas a los hijos del matrimonio Maure Arbues, quienes en 1969 tenían 4 y 3 años respectivamente y comenzaron a vivir una vida completamente nueva. Lejos de Mendoza. En Buenos Aires, a cargo de parientes que hicieron de tutores y los criaron. 

"Al momento de elegir una carrera profesional me decidí por abogacía. Quería entender. No comprendía por qué el derecho penal es tan injusto. Por qué no se cumplen las condenas, por qué “prisión perpetua” era lo mismo que sólo 17 años en la cárcel", dice la hija del profesor Maure al autor.

Maure hijo también habla del dolor. Del reencuentro y del perdón. Pero también de una decepción profunda, que sabe a definitiva. Y confirma que en los ´80 la madre trabajó para Guillermo Vilas en Buenos Aires.

Hay fotos de época y la nómina de profesionales del Derecho que intervinieron en la pesquisa y el debate. Todo ayuda a entender por qué el caso sigue atrapando medio siglo después.

El análisis de las pruebas de cargo contra los asesinos también contribuye a entender los motivos del crimen.

El otro Avelino Maure

El profesor asesinado era miembro de una familia de educadores. Muchos  mendocinos se capacitaron en las aulas de la Academia Maure, donde la víctima pasó las últimas horas de su vida, en Mitre 800 de Ciudad.

La dinastía Maure había sido iniciada por el abuelo del profesor asesinado en 1969. Otros nietos y también sus hijos fueron parte de la academia.

Don Avelino Bonifacio Maure había nacido en San Luis y llegó a ser director general de escuelas de Mendoza. A él deben su nombre tres calles del Gran Mendoza y la escuela que funciona en Godoy Cruz.

"Los Maure fuimos gente de educación y conocimiento, no de empresas", dijo a este cronista María Eugenia Maure, prima hermana del docente  asesinado y una de las últimas personas que lo vio con vida.

"Recuerdo perfectamente ese momento. Salimos de la academia después de una reunión, y Avelino y la esposa se subieron al auto. Giménez Jáuregui ya estaba sentado atrás. Me ofrecieron llevarme a casa pero yo tenía mi propio auto. Lo que pasó después fue espantoso. Nos atravesó como familia". "Recuerdo perfectamente ese momento. Salimos de la academia después de una reunión, y Avelino y la esposa se subieron al auto. Giménez Jáuregui ya estaba sentado atrás. Me ofrecieron llevarme a casa pero yo tenía mi propio auto. Lo que pasó después fue espantoso. Nos atravesó como familia".

María Eugenia Maure

En la televisión

En 2004 Canal 7 de Mendoza emitió Avelino, uno de los capítulos del ciclo televisivo Documento Público dedicado a casos policiales reales de Mendoza.

Estuvo interpretado por actores.

Aquel envío se complementó con imágenes originales como puede apreciarse en este video.

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