Investigación

Infancias invisibles: la cárcel como primer hogar

Ingresamos a la Alcaidía de Alojamiento Transitorio de Madres con Hijos para conocer estas infancias y cómo viven la externalización al cumplir la edad límite

En Argentina existen unidades penitenciarias con pabellones especiales de madres con hijos. La ley nacional 26.472 y la norma mendocina 8.465 establecen que una mujer puede solicitar cumplir la pena en su domicilio si tiene hijos pequeños. Pero si los jueces no le otorgan este beneficio, se permite que los niños vivan con su madres hasta los 4 años dentro del penal.

La Convención de los Derechos del Niño define como principio máximo el interés superior del niño, que debe prevalecer ante cualquier situación, y está en sintonía con la Ley 26.060 de Protección Integral de Derechos de Niños y Niñas y Adolescentes.

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Luego, el Estado debe articular con la familia extensa, servicios de protección o programas sociales cómo continuará la crianza fuera de la cárcel.

Fuente Reservada, el equipo de investigación de Grupo América Interior, abordó la realidad de niñas y niños que crecen en contexto de encierro, una problemática poco visibilizada pero con consecuencias significativas para sus trayectorias vitales.

Infancias en contexto de encierro

En numerosas historias de vida hay un dato recurrente: fuera de la cárcel no hay padres. Y en otros casos tampoco hay abuelos, tíos o algún familiar dispuesto a hacerse cargo de niñas y niños que tienen a sus madres privadas de la libertad. Por lo que no queda más opción, si la Justicia no les otorga la prisión domiciliaria a estas madres, que chicos que no cometieron ningún delito, nazcan o vivan sus primeros años de infancia como si estuvieran presos.

Viviana Scelzo, Jefa de la Alcaidía con Carina Scandura - Editado
Viviana Scelzo, jefa de la Alcaidía, con la periodista Carina Scandura.

Viviana Scelzo, jefa de la Alcaidía, con la periodista Carina Scandura.

Un espacio que funciona desde el 2015 en el predio de la ex DINAF

En 2015 el Gobierno provincial creó la Alcaidía Transitoria de Alojamiento de Madres con Hijos. Un espacio que funciona en el predio de la ex DINAF en Godoy Cruz.

Antes las internas estaban con sus niños alojadas en la Unidad 3 de El Borbollón, compartiendo el lugar con otras condenadas, un sitio con hacinamiento y con todas las características propias de la cárcel. Por eso se decidió establecer un ámbito exclusivo para priorizar la atención superior del niño y que las condiciones de vida sean propicias para su desarrollo.

El objetivo de esta unidad carcelaria es alejarse del modelo penitenciario, por lo que se observan menos rejas, discretas medidas de seguridad y más patios con juegos infantiles para acercarse a las necesidades de los niños. El sitio tiene capacidad para alojar a 25 internas, pero actualmente viven 5 mujeres -una de ellas embarazada- y 4 niños.

Viviana Scelzo, jefa de la Alcaidía, admitió que el contexto de encierro no es un lugar ideal para un chico. Sin embargo es la alternativa que tienen por su realidad familiar y la necesidad de estar con su mamá.

La directora de las Mujeres y Disidencias del Servicio Penitenciario, Nahir Otero, explicó que no siempre las madres son el referente afectivo que tienen las niñas y niños, pero en caso de que así fuese, las internas pueden continuar su rol en contexto de encierro ya que el desprendimiento abrupto afecta la psiquis y el desarrollo del niño.

“Acá no importa qué condena tengan. Si la Justicia no le otorgó la prisión domiciliaria, la ley le posibilita estar en contexto de encierro con sus hijos, todos los que tenga y sean menores de 4 años, en eso no hay un límite”, aclaró Otero.

El servicio provee a las madres de pañales, leche y medicamentos. Y son ellas quienes cocinan los alimentos para sus hijos, que llegan en viandas con productos en crudo y adaptados nutricionalmente para cada edad. "Ellas crían a sus hijos como si estuvieran en la casa. Tienen que hacer las tareas de cuidado”, dijo Otero.

Jésica Páez (interna) con sus hijas de 1 y 7 años
Jésica Páez, una de las internas, con sus hijas de 1 y 7 años.

Jésica Páez, una de las internas, con sus hijas de 1 y 7 años.

La crianza dentro de la cárcel

Jésica Páez tiene 26 años. Hace tres meses está alojada en la alcaidía con su hijita de 1 año y afuera, en casa de su madre, la espera otra hija de 7 años.

Intenta esconder las lágrimas y por eso sonríe nerviosa al comentar: “Había visitado este lugar a los 22 años cuando mi mamá estuvo con mi hermanito Job. Ahora ella está con arresto domiciliario. Y ahora la mala casualidad que estoy yo acá”.

Jésica, quien ya estuvo en Almafuerte II, nos cuenta que está contenta de estar en la alcaidía porque tiene muchos beneficios y le ayudan a criar a su bebé. Dice que el padre de su hija, como en la mayoría de los casos, no está presente. Sin embargo, la visitan sus hermanos que le llevan a su otra hija.

Relata que su vida no ha sido normal, incluso no tenía ni la primaria hecha. Sin embargo, rememora que antes de estar presa trabajaba y llevaba a su hija a la escuela.

“Quise salir del país, me engancharon en la frontera y me trajeron hasta acá. Me iba a ir a Chile a comprar cosas para vender. Pero yo tenía un pedido de captura del 2021 por una mala cosa que hice, de la que me arrepiento toda la vida, por eso estoy acá. No estoy aprovechando a mis hijas. A mi hija la más chiquitita la estoy haciendo pasar un mal momento de estar encerrada. Además mi otra hija me extraña, es más grandecita y entiende. Ya va a llegar el momento de estar con ella”, relató.

La educación como eje transversal

La exposición al ambiente carcelario puede generar problemas emocionales y conductuales en los niños como depresión, hiperactividad, agresividad y dificultades en el rendimiento escolar.

Es por esto que los niños, a partir del año, son trasladados cada mañana por el personal penitenciario al jardín El Rinconcito de Avome, que queda a pocos metros del penal.

María Eugenia Gentile, Directora del Jardín El Rinconcito de Avome
María Eugenia Gentile, directora del jardín El Rinconcito de Avome.

María Eugenia Gentile, directora del jardín El Rinconcito de Avome.

María Eugenia Gentile, directora del jardín maternal, explicó que reciben a los niños de la alcaidía desde hace muchos años. Previamente realizan entrevistas virtuales con las madres privadas de la libertad o van al penal a charlar con ellas.

“La situación de aprender a través del juego es muy estimulante ya que ellos viven en un contexto diferente con su mamá”, contó.

Expresó que en niños mayores de 2 o 3 años llevan otro lenguaje al jardín que claramente tiene que ver con cómo es la realidad de la cárcel, cómo llaman a la madre en las audiencias o cómo se tratan las internas entre ellas. Ese vocabulario “tumbero” es trasladado al niño.

También desde este espacio articulan con las escuelas para que el niño continúe su educación formal a partir de los 4 años.

“El año pasado un niño se fue a vivir a Rivadavia, donde residían sus padres. El niño cumplió 4 años y la madre fue trasladada a la cárcel de Almafuerte. Nosotros articulamos con una escuela de ese departamento y con algunas estrategias que pudimos lograr acá, la institución podrá seguir ese proceso y acompañar al niño de la mejor manera posible”, sostuvo.

Y mientras los niños están en el jardín, las madres estudian para terminar sus estudios básicos y pensar en la universidad.

Melanie Peralta es otra interna y contó que quiere empezar a estudiar el próximo año Administración de empresas. "Tenía mi primaria incompleta, la terminé y ahora estoy finalizando el secundario. Si puedo terminar este año las materias que me faltan creo que el año que viene estaría entrando a la facultad”, resaltó orgullosa.

Jésica también terminó la primaria en la alcaidía y cuando finalice el CENS intentará la carrera para ser personal penitenciario. “Yo le dije a la señora (por Nahir Otero) que quería ser penitenciaria y ella me va a ayudar a entender las leyes. Quisiera ser alguien en la vida y cuando salga de acá tener un trabajo digno”, se esperanzó.

Las secuelas de dejar la cárcel para los niños y las madres

Como hemos dicho, cuando los niños cumplen los 4 años deben abandonar la cárcel. Y si no hay algún familiar o persona de confianza que pueda asumir su cuidado, son institucionalizados. Pueden pasar por familias temporarias o quizá llegar a ser dados en adopción si la condena de su madre es muy larga.

Pero antes de que eso pase, desde el Servicio Penitenciario trabajan el contacto con los familiares afuera para que el paso de “la externalización” o desarraigo no sea tan duro. De todos modos, cuando eso ocurre no sólo es un momento traumático para el niño sino también para su madre.

Nahir Otero, Directora de Mujeres y Disidencias del Servicio Penitenciario - Editado
Nahir Otero, directora de Mujeres y Disidencias del Servicio Penitenciario.

Nahir Otero, directora de Mujeres y Disidencias del Servicio Penitenciario.

“Hacemos vinculaciones, el niño se va unas horas con los familiares y vuelve para que se vaya adaptando a estar afuera”, manifestó la jefa de la Alcaidía.

Mientras que la directora, Nahir Otero, aseguró que hasta la fecha ningún niño terminó institucionalizado. "Siempre hay alguien en esa red familiar, nuestro personal siempre lo encuentra”, añadió.

El vínculo materno es fundamental para el desarrollo de las niñeces. Sin embargo no son pocas las voces que dicen que se lo prioriza por encima del contexto de encierro. Algunos expertos señalan que las consecuencias por la separación del niño de su madre puede provocar trastorno de ansiedad en los menores, depresión y afectar severamente la autoestima.

Además, el problema no se solucionará con encontrar un hogar para el niño fuera del penal, ya que el niño o niña seguirá en contacto con el sistema penitenciario cuando vaya a visitar a su madre a la cárcel.