El ejemplar será presentado este viernes a las 19.30 en el salón de actos municipal. La ocasión promete ser única: los alumnos todavía no han visto el libro terminado, porque la Municipalidad de La Paz financió la impresión para sorprenderlos con un ejemplar a cada uno. “Solo la directora y yo tenemos un ejemplar en mano. La idea es que ellos lo descubran ese día, con la emoción de ver su nombre en letras de molde”, confiesa la docente.
Una profesora con vocación infinita
Alicia es maestra de primaria, pero la literatura la acompaña como una pasión desde siempre. Es autora de tres libros propios y de otros siete junto a alumnos de nivel primario. Aunque no posee un título oficial de profesora de literatura, se formó a través de capacitaciones y cursos en la Universidad Nacional de Cuyo, especializándose en narrativa y en el arte de acompañar procesos creativos.
“Yo enseño literatura, pero no tengo el título de profesora. Eso lo aclaro siempre. Más allá de que recibí capacitaciones y formaciones en cuentos, lo mío es vocación. Creo que lo que me habilita es haber aprendido a acompañar a otros en ese camino, a guiarlos y a generar el espacio donde la palabra florezca”, señala.
Su vínculo con el CEBJA comenzó en 2023, cuando fue invitada a dialogar con los alumnos como escritora. “Me pareció interesante acompañar a adolescentes y adultos a ser parte de un libro. Siempre había trabajado con primarios, pero esta vez el desafío era mayor. Y fue hermoso”, recuerda.
La propuesta entusiasmó de inmediato a la directora Verónica López, quien la apoyó en cada paso del proyecto. Con el respaldo de la Municipalidad de La Paz, que financió la impresión de los ejemplares, la iniciativa se transformó en un hito educativo y cultural para la comunidad.
Tres Treinta: la fuerza de un nombre para un libro
El título del libro tiene una historia entrañable. Una de las alumnas escribió un texto titulado Tres horas Treinta minutos, donde describía el valor de ese tiempo que pasa cada día en la escuela. “Nos pareció extraordinario. Ella hablaba de cómo en esas tres horas y media se abría a un mundo nuevo, se sentía viva, acompañada, con ganas de aprender. Ese relato nos emocionó tanto que decidimos que el libro llevara ese nombre”, cuenta Alicia.
El escrito pertenece a María Soledad de la Vega, quien ya pasó los 50, y transmite la esencia de lo que significa volver a estudiar en la adultez:
“Hoy es un día soleado pero con mucho frío. Sigo el camino hacia el mundo de la escuela, abrazo los útiles y abro mi mente. ¿Será que es tarde para abrir la mente? Comprender que a esta edad nunca es tarde. El mundo es grande, hay mucho por aprender…”.
Esa mirada se convirtió en bandera para todo el grupo. “El libro es un símbolo de lo que ellos logran cada tarde. Un testimonio de que nunca es tarde para abrir la mente ni para soñar”, resume la profesora.
El método: recuerdos, lágrimas y palabras
El proceso de escritura se extendió más de un año. Cada clase comenzaba con la lectura de un cuento o con la creación de una representación artística, como una pintura o un dibujo. A partir de allí, los estudiantes viajaban hacia sus recuerdos: infancias, familias, mascotas, alegrías y dolores.
“Era un proceso terapéutico. Algunos se emocionaban hasta las lágrimas al recordar momentos de su infancia. Otros descubrían que podían poner en palabras historias que habían quedado guardadas por años. La escritura funcionó como un espejo y como un alivio”, relata Alicia.
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"Nunca antes se había presentado en un CEBJA un libro de estas características", dijo la profesora Alicia Barroso.
Los alumnos que ya estaban alfabetizados escribieron sus textos. Para quienes recién comenzaban a aprender las letras, Alicia se convirtió en escriba, plasmando en papel lo que ellos narraban. “Hay estudiantes que recién están aprendiendo a reconocer su nombre. Pero todos pudieron aportar. Cada palabra, cada dibujo, cada recuerdo valía. Nadie quedó afuera”, asegura.
Historias mínimas y relatos enormes en un libro
Los 39 textos reunidos en Tres Treinta son un mosaico de vidas. Una alumna con discapacidad narró su vínculo con un caballo en las clases de equitación. Otra, que se expresaba mejor a través del dibujo, pintó un corazón y unos globos que terminaron convirtiéndose en un relato sobre una fiesta familiar.
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"Todos podemos escribir. Todos tenemos una historia que contar", dice Alicia.
“Esas pequeñas historias son enormes. Porque detrás de cada palabra hay un esfuerzo inmenso, una conquista personal. No importa si eran relatos extensos o apenas unas líneas: todos tenían valor. Y todos fueron incluidos”, subraya Alicia.
Una escuela que es refugio
El CEBJA 3-056 funciona como un centro de contención social y cultural. “No es solo una escuela, es un espacio donde se comparten meriendas, donde dialogamos sobre lo que pasa en el mundo, donde hay concursos de trabalenguas o adivinanzas. Es un lugar de encuentro y de alegría”, explica Alicia.
Incluso organizaron un “picnic literario”, donde cada alumno llevó un libro o un texto para compartir al aire libre. “Esas actividades generan comunidad. Los alumnos se sienten parte, se sienten valiosos. Y eso es lo que más rescato”, destaca la profesora.
La presentación: música, lectura y fiesta
El acto de presentación de Tres Treinta está pensado como una verdadera fiesta cultural. Iniciará con la participación de la Escuela Artística local, cuyos alumnos interpretarán piezas con violines. Luego, se contará cómo nació el proyecto y algunos estudiantes leerán fragmentos de sus escritos.
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"Nunca es tarde para aprender", el lema de esta docente paceña que transmite pasión por la literatura.
A cada autor se le entregará su ejemplar, en medio de aplausos y sorpresas. “Va a ser muy emocionante porque no lo han visto todavía. Será la primera vez que se vean en un libro. Y después, como toda fiesta mendocina, habrá un ágape para compartir”, anticipa Alicia.
Nunca es tarde para estudiar, leer y escribir un libro
La historia de la docente también está marcada por la resiliencia. Alicia no pudo continuar la secundaria porque sus padres sostenían que “la mujer era para la casa”. Recién de adulta retomó los estudios y se dedicó a formarse. “Yo digo que nunca es tarde para estudiar. Es una frase que me toca de cerca. Por eso creo tanto en este proyecto”, reflexiona.
A lo largo de los años, estudió capacitación laboral, cursó en la Universidad Nacional de Cuyo, se convirtió en autora de varios libros y actualmente se prepara para rendir los exámenes que la habiliten como directora. “Lo importante es qué hago con mi vida a partir de ahora. Los proyectos siempre tienen que estar, aunque algunos queden en el camino. Lo esencial es seguir soñando”, afirma.
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"Pude formarme y capacitarme en literatura. Y lo mejor que me sucede es transmitir esta pasión a los estudiantes", dijo la docente.
Para Alicia, el verdadero logro no es haber publicado un libro, sino haber abierto un espacio de confianza. “Yo creo que todos somos escritores de alguna forma. Escribimos nuestro día a día, nuestra vida. Mi rol fue acompañar, guiar y generar el espacio del encuentro con uno mismo y con la palabra”, resume.
Y agrega: “Ellos ahora saben que pueden. Que son capaces. Que sus historias valen. Eso es lo que más me conmueve”.
Tres Treinta quedará como testigo de un grupo de estudiantes que, bajo la guía de su profesora, se animaron a escribir su propia historia. Pero también será una bandera para todos aquellos que, sin importar la edad, todavía sueñan con volver a aprender.