Un descubrimiento que rememora la historia
Más que una maravilla arqueológica, este descubrimiento es un emblema excepcional de la grandeza imperial asiria y un posible punto de inflexión en el estudio del patrimonio de la Mesopotamia.
Situada en las ruinas de la sala del trono de Asarhaddón en el yacimiento de Nabi Yunus en Mosul, parte de la antigua Nínive, se cree que esta colosal escultura es el toro lamassu más grande jamás registrado en el mundo de la arqueología.
“Este descubrimiento, que alcanza casi seis metros, reviste una gran importancia arqueológica e histórica”, declaró el ministro. Las excavaciones realizadas también apuntan a la existencia de copias más pequeñas en uno de los espacios más importantes del imperio asirio.
El descubrimiento se ha localizado en las ruinas del palacio del rey Asarhaddón (que reinó entre 681 y 669 a. C.), uno de los gobernantes más poderosos del Imperio neoasirio.
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Estas estatuas se colocaban en las entradas de los palacios para protegerse del mal.
Los lamassu, criaturas híbridas con cuerpo de toro o león, alas de águila y cabeza humana, servían como deidades protectoras en la cultura mesopotámica. Se colocaban típicamente en las puertas de los palacios para protegerse del mal y exhibir el poder real.
Un descubrimiento con antecedentes
Este no es el primer toro que se descubre en el yacimiento. En la década de 1990, en el lado izquierdo del palacio, se encontró un ejemplar más pequeño, de poco menos de cuatro metros. En 2021, las autoridades iraquíes anunciaron el descubrimiento de otro gran toro alado, aunque más pequeño que el nuevo hallazgo.
El descubrimiento subraya la continua riqueza arqueológica de Nínive y del sitio de Nabi Yunus. De verificarse, el lamassu de seis metros representaría una pieza sin precedentes del arte monumental asirio.