El equipo descubrió que los volcanes subterráneos podrían formarse cuando el material del núcleo se derrite y vuelve a congelar, creando nuevas estructuras. "Es como si hubiera burbujas de hierro emergiendo hacia la superficie del núcleo interno", explicó Vidale durante la presentación del estudio.
Los datos recopilados para el estudio mediante sensores en Alaska y Canadá permitieron a los científicos detectar variaciones inexplicables en las ondas sísmicas entre 2004 y 2008. Estas alteraciones sugieren que el núcleo terrestre, lejos de ser una esfera regular, presenta una superficie dinámica y cambiante.
La gravedad y los flujos del núcleo externo líquido empujan constantemente la superficie del núcleo interno, generando texturas y relieves que recuerdan a la topografía de la Tierra. "Los cambios son sutiles pero constantes", afirmó Severine Rosat, geofísica del CNRS francés.
La controversia tras el descubrimiento
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El descubrimiento marca cambios muy importantes con lo que se sabía del centro de la Tierra.
Para Lianxing Wen, sismólogo de la Universidad Stony Brook, estos cambios en la superficie del núcleo son tan significativos que podrían explicar todas las variaciones observadas en las ondas sísmicas, sin necesidad de considerar la rotación del núcleo interno.
El nuevo estudio representa la mejor evidencia hasta la fecha sobre los cambios morfológicos del núcleo interno. "Este tipo de investigación requiere décadas de registro de datos", destacó Vidale, subrayando la importancia de la persistencia en la investigación científica.