Historias

Treinta cumbres, una vida en el Aconcagua: la fantástica historia de una mendocina por adopción

“Nada hubiese sido posible sin una gran red”, reflexionó "Popi" Spagnuoli, andinista nacida en Bahía Blanca y apasionada de la montaña

"Popi" Spagnuoli es imparable. Allá por 2001, llegó a la cima del Aconcagua solo por placer, sin imaginar que ese ascenso marcaría el inicio de una trayectoria extraordinaria. Hoy, convertida en madre de un adolescente y con una vasta experiencia como guía de montaña, esta bahiense, mendocina por adopción, ha alcanzado la cumbre nada menos que 30 veces.

“Quería compartir esta foto del pasado 15 de enero desde esta querida montaña que me dio tanto”, escribió en su Instagram, mostrando una imagen suya en el "techo de América" con una sonrisa de oreja a oreja.

Popi spagnuoli aconcagua.jpg
Una de las tantas hazañas. Popi en la cima del Aconcagua.

Una de las tantas hazañas. Popi en la cima del Aconcagua.

“Es mi cumbre número 30. Solo un número, tal vez, pero más que eso, el resultado de un largo proceso que no hubiera sido posible sin el apoyo de una inmensa red”, reflexionó. Y agregó: “Siendo ya una guía veterana y, además, mamá desde hace 14 años de Tomi, este camino se tornó aún más complejo, pero no imposible”.

El apoyo detrás de cada cumbre

Agradecida por la red que la sostiene, mencionó a sus hermanas, que cuidan a su hijo como si fuera propio, a su compañero de ruta, el andinista Horacio Cunietti, a sus amigas, a su familia mendocina y a sus socias de Mujeres a la Cumbre, su exitosa empresa.

“También valoro el esfuerzo propio y agradezco haber perseverado, haber silenciado tantas veces las voces en mi cabeza que me tiraban para atrás y haber buscado inspiración en tantas otras mujeres guías y montañistas”, expresó. Además, destacó la confianza de las numerosas personas que le han brindado trabajo desde el año 2000.

Las mujeres guías en el Aconcagua

"Popi" también subrayó el crecimiento de las mujeres en el montañismo. “Hay muchas guías de montaña y trekking, y también estudiantes de la escuela de guías que están porteando y haciendo un trabajo increíble”, afirmó.

Popi Spagnuoli2.jpg

En el montañismo, portear es el acto de transportar cargas pesadas, como equipo, comida o carpas, hasta los campamentos de altura. Los porteadores son clave en la expedición, ya que no solo trasladan los elementos necesarios, sino que también montan los campamentos y ayudan a los montañistas a ahorrar energía. “Popi” es una de ellas.

Desde pequeña soñó con el Aconcagua

Desde niña, la aventura fue su gran pasión. Creció entre campamentos y actividades al aire libre, soñando con una carrera que la conectara con la naturaleza.

Popi Spagnuoli andinista aconcagua.jpg
Popi junto a su hijo Tomi, hoy de 14 años.

Popi junto a su hijo Tomi, hoy de 14 años.

Tras un breve paso por la Universidad Nacional del Sur en Bahía Blanca, donde estudió Geología, una revista sobre el Aconcagua cambió su destino. Supo que debía estar allí. Con apenas 20 años, armó sus valijas y partió a Mendoza. “Tenía 20 años y soñaba ser lo que soy: una andinista apasionada”, recuerda.

Pero su historia va más allá: en 2005, se convirtió en la primera mujer del mundo en alcanzar la cima del Aconcagua en pleno invierno. El 24 de julio de ese año, con temperaturas cercanas a 50 grados bajo cero, logró un récord sin precedentes.

Una pasión que la llevó a impulsar a más mujeres

Al llegar a Mendoza, se inscribió en la carrera de Técnica en Guía de Trekking y de Montaña, y desde entonces no ha dejado de ascender. Hoy, vive en Lunlunta junto a su esposo y su hijo, y sigue abriendo caminos en el montañismo femenino.

Junto a Belén Escudero y Patricia Breuer Moreno, fundó "Mujeres a la Cumbre", un proyecto que impulsa a mujeres a conectarse con la montaña.

Popi Spagnuoli, andinista aconcagua. Primera a la izq.jpg
En Tanzania, en una vivienda típica durante una de las expediciones de

En Tanzania, en una vivienda típica durante una de las expediciones de "Mujeres a la Cumbre".

“Compartimos emociones, sueños y vivencias que nos enriquecen como mujeres. Nuestro objetivo no es solo llegar a la cima, sino alcanzar la cumbre interior. Juntas nos transformamos”, expresa. El proyecto creció y sumó nuevas expediciones, como Mujeres a La Paz, Mujeres al Aconcagua, Mujeres a El Plomo, Mujeres a Nepal y Mujeres al Kili.

El poder de llegar a la cima del Aconcagua

“La primera vez en llegar a la cima del Aconcagua fue en 2001, fue solo por placer. Luego, como guía, cada cumbre representa un desafío y, a la vez, una sensación de libertad difícil de describir. Me siento poderosa”, confiesa.

Su perseverancia fue clave. “Llegué de Bahía Blanca y empecé a trabajar en el hotel de la base del Aconcagua. Me levantaba temprano y escalaba todo lo que podía. Así me fui metiendo en este mundo, que hoy es mi vida”.

El ascenso al Aconcagua requiere una dificultad y demanda resistencia física, capacidad de adaptación a la altitud y preparación para el frío extremo.

Popi andinista aconcagua.jpg
A la izquierda, la sonrisa al llegar a la cima. A la derecha, durante una expedición al Kilimanjaro.

A la izquierda, la sonrisa al llegar a la cima. A la derecha, durante una expedición al Kilimanjaro.

"Algunos clientes llevan una logística muy organizada, lo que les permite hacer menos esfuerzo, ya que nosotros armamos las carpas, llevamos cargas, preparamos la comida y derretimos la nieve", explica.

Y cuando está en la cima, su reflexión es clara: “Pienso en mi libertad. En que tomo mis decisiones y me hago cargo. En que lucho por lo que amo e intento replicarlo en todos los órdenes de mi vida”.

Para conocer más sobre Popi: Instagram y Facebook: Popi Spagnuoli y Mujeres a la Cumbre.