Este fenómeno se originó por la presencia de una "supercelda", un tipo de tormenta que contiene corrientes ascendentes rotatorias. Aunque produjo pocos rayos, la tormenta generó condiciones para la formación de granizo de gran tamaño. Esta foto satelital tomada por el satélite Aqua de la NASA cuatro días después del evento muestra la magnitud del impacto.
granizo marca
En las imágenes de la NASA se puede observar claramente el daño que causó la potente tormenta en el terreno tejano.
Además de los daños, la tragedia cobró víctimas animales. En la granja White Barn Fun Farm, vientos derribaron una cerca que mató a un camello bactriano y a un pony que eran "mejores amigos", según relató el propietario del establecimiento. Un caballo y varias aves también resultaron heridos durante el evento.
El área afectada se extiende por una distancia equivalente a la mitad del Gran Cañón, creando un "granizo alley" que quedó marcado en el suelo. Esta cicatriz, visible desde el espacio, representa uno de los daños por tormentas de granizo más extensos registrados en Norteamérica.
Alberta: territorio de tormentas extremas
Esta región de Alberta recibe el apodo de "callejón de las tormentas de granizo" por buenas razones. El clima y la geografía crean condiciones para el desarrollo de este tipo de fenómenos. Cada año, decenas de eventos similares afectan la zona, aunque pocos alcanzan la magnitud del registrado en agosto.
Los números hablan por sí mismos: en los últimos cinco años, los daños por tormentas de granizo en Alberta superaron los 6 mil millones de dólares canadienses, sin contar los costos del evento más reciente que aún se calculan. Esta foto satelital del 24 de agosto muestra la punta del iceberg de un problema que afecta tanto a propiedades como a actividades económicas de la región.
Muchas de las personas afectadas por esta tormenta todavía se recuperaban de un evento similar ocurrido en julio. La frecuencia de estos fenómenos convierte a Alberta en una de las zonas más activas del mundo en términos de actividad meteorológica, donde las imágenes desde el espacio se vuelven herramientas para evaluar daños y planificar respuestas.