"Me quedé a hacer el aguante a los vecinos con unos tachos de agua. ¡Qué ridículo! Si las llamas eran monstruosas, esto era un infierno", decía Aureliano con el recuerdo vivo de lo que había visto unas horas antes. La mirada se le pierde en los escombros de lo que hasta la madrugada del domingo era su hostel, hace un silencio, se soba las manos y remata: "Ya lo dejé todo acá".

El hombre de 42 años es uno de los daminificados del incendio que afectó las villas de Las Vegas, Valle del Sol y Potrerillos el pasado domingo. Son 60 casas las que se vieron afectadas pero quienes quedaron más vulnerables son unas 10 familias de lugareños que perdieron todo. 

Aureliano Campoy había logrado subsistir de lo que amaba, que no es poco. Su emprendimiento Domos Andinos HostCamp Parador había comenzado a dar frutos económicos luego de cuatro años de arduo trabajo. Pero ahora todo esto quedó reducido a cenizas, planea volver a la Ciudad y buscar un trabajo aunque, por momentos, resiste: “Si consiguiera un crédito lo volvería a poner en marcha”.

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Su vida en Las Vegas comenzó hace más de 15 años, cuando se dedicaba a hacer dulces caseros y repartirlos por las villas en su Falcon. Así conoció este paraje y decidió hacerlo su hogar. Comenzó alquilando una casa, mientras seguía con la producción de dulces.

Luego se dedicó a la construcción ecológica a base de barro o madera. Con este conocimiento se decidió a comprar un terreno. Para obtenerlo entregó su vehículo y unos ahorros familiares. Así, hace cuatro años, inició su sueño. "Siempre me gustó mucho la naturaleza, amo el monte. El hostel estaba rodeado de monte, había muchos coirones. Todo ardió", recuerda el hombre de 42 años mientras remueve el escombro y busca si alguna de sus pertenencias sobrevivió a las llamas.

Crónicas de la desolación

Algunos minutos habían pasado de la medianoche del domingo, el Zonda había azotado la zona desde hacía varias horas y la cálida temperatura era inusual para la época. Había turistas hospedados en los domos. Tras la iglesia  que se encuentra en la cima del cerro que separa Las Vegas de Valle del Sol comenzó a verse un resplandor.

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Los huéspedes decidieron abandonar el hostel y bajar a Potrerillos. La veleta apuntaba vientos del suroeste. "No va a llegar hasta acá", pensó Aureliano, confiado en que el viento no llevaría las llamas hasta su emprendimiento. Por eso se puso a disposición de sus vecinos, subió unos tachos a su camioneta y comenzó a ayudar en unas cabañas vecinas. Tras una hora de combatir, en vano  el incendió el viento cambió rápidamente de dirección y fue directo hacia su hogar.

"No alcancé a sacar nada. Si me hubiese quedado podría haber hecho algunos viajes con mis cosas, las herramientas aunque sea pero estaba negado. Creí que nunca iba a llegar el fuego hasta acá. Casi me agarra la camioneta porque volví para abrir el corral pero las llamas ya consumían todo. Los patos y las gallinas se me quemaron todos", se lamenta, dolido y exhausto, mientras repasa las donaciones que le han acercado, en su mayoría ropa, y la mirada se le vuelve a perder en el horizonte.

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Tras un silencio, Aureliano retoma la charla, por momentos se ríe, se cruza de brazos, rememora algún dato y vuelve a callar. Aún se encuentra conmocionado por lo vivido. "Era un infierno. Por la calle corrían las brasas y donde caía una se prendía todo fuego", comenta.

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Futuro incierto

"Ya lo dejé todo acá", dice en un primer momento casi abatido y planea buscar otro trabajo pero sin dudas tiene ganas de volver a poner todo en pie.

"La vengo remando con poca guita hace un montón de tiempo. Estaba casi terminado el proyecto aunque la idea era seguir creciendo. Tenía todo riego por goteo. Quería poner una piscina también construida también con materiales ecológicos. Después de diez años de laburo tenía 10 plazas en funcionamiento, me daba para vivir. Ahora perdí todo", señala.

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Aureliano asegura que la única posibilidad de volver a poner en pie su emprendimiento es a través de algún tipo de financiamiento o crédito flexible y para conseguir eso ya planea realizar proyectos sobre la importancia recuperar el monte nativo.

La comunidad se siente abandonada

"El Estado está muy ausente en todo Potrerillos. No hay desarrollo, hace 15 años prometieron lo del perilago y nunca se hizo nada. No se trata de un gobierno, son años de abandono. Después de la catástrofe acá no ha venido nadie, no ha dado la cara ninguna autoridad. Parece que a nadie le importa cómo estamos", se quejó el hombre.

Sin embargo, rescató el trabajo solidario que vienen emprendiendo la comunidad de Las Vegas.

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