Aunque viste sotana y celebra misa, el padre Pablo Pereyra tiene una costumbre tan terrenal como entrañable: cada elección vuelve a su pueblo natal, Tupungato, para votar junto a su mamá. Es una tradición familiar que no se interrumpe, y que él vive con la misma emoción de siempre.
Sí, los curas también votan: el padre Pablo y su compromiso con la esperanza del país
El padre Pablo Pereira, párroco de Vista Flores, se prepara para votar junto a su madre. “Las misas siguen con normalidad”, anticipa
“Para mí, los días de elecciones son muy importantes. Los vivo también como una oportunidad de volver a casa y visitar a mi familia. Ya por tradición vamos con mi mamá a votar, siempre los dos juntos”, cuenta.
Pablo tiene 36 años y es párroco de la Parroquia Inmaculada Concepción y Santo Cura Brochero de Vista Flores, en Tunuyán. Pasó buena parte de su vida en ese departamento, siempre cerca de su hogar familiar, y siente un profundo afecto por la comunidad del Valle de Uco.
“Antes votábamos en la misma mesa porque nuestros apellidos coincidían: los dos empiezan con P, ella Pizarro y yo Pereira. Pero hace unos años, al crecer el padrón, nos dividieron y quedamos en mesas diferentes”, recuerda.
Un sacerdote que en las elecciones viaja a Tupungato y nunca cambió el domicilio
El sacerdote nunca cambió su domicilio: todavía vota en la Escuela Dr. Ernesto Piaggi, de Tupungato, donde cursó la secundaria. Cada jornada electoral es para él un viaje en el tiempo. “Las elecciones también son la ocasión en el año para volver a mi escuela, recorrer los pasillos y recordar aquellos años. A veces incluso me ha tocado votar en las mismas aulas donde cursé y hasta encontrarme algunos ex compañeros”.
En cada visita, el encuentro con los vecinos de toda la vida es inevitable. “Me encuentro con muchos conocidos tupungatinos en el lugar. A veces la gente se sorprende de verme vestido de sacerdote y me preguntan si los curas votamos, como si estuviéramos exentos. Pero claro que votamos, y nos sentimos parte de la vida del país, con nuestras esperanzas y responsabilidades”, señala.
La pregunta sobre si los curas votan lo acompaña a menudo, y su respuesta siempre es la misma: sí, votan, y con plena conciencia de su rol ciudadano. “Nos sentimos parte de la vida del país”, repite y dice que el compromiso con la sociedad también se expresa en ese gesto simple de depositar una boleta en la urna.
El fin de semana electoral, en su caso, comienza temprano con las celebraciones religiosas. “Muchos piensan que por la veda electoral se suspenden las celebraciones, pero no es así. Todo sigue con normalidad, especialmente las misas”, aclara.
Durante las misas de la jornada electoral se reza por la Patria
Durante esas misas, hay una intención especial: “Solemos rezar por la Patria, pedir por los gobernantes y por quienes vayan a ser elegidos”, confiesa.
Una vez que finaliza la última misa de la mañana, el padre Pablo emprende el viaje a Tupungato. “Después de celebrar, suelo ir a almorzar con la familia, y en la siesta, que es cuando hay menos gente, vamos con mi mamá juntos a votar. En los últimos años ha sido todo muy ágil, así que nunca hemos tenido demoras”, continúa.
Para él, la elección no es un trámite: es un ritual. Uno que combina el deber cívico con el amor familiar y la oración. “En definitiva, las elecciones son para mí una ocasión linda y sencilla: para cumplir con el deber ciudadano, volver a casa, encontrar gente conocida y rezar por el país”.
El padre Pablo no solo cuida el alma de su comunidad: también se ha puesto al hombro la restauración del templo que lo tiene como guía espiritual. Meses atrás, impulsó una campaña pública para concluir la primera etapa de obras en la iglesia de Vista Flores.
El proyecto no busca únicamente renovar la estructura. En palabras del propio sacerdote, “intenta recuperar el alma del templo. Aspiramos a lograr un espacio que inspire a la oración y embellezca nuestras celebraciones litúrgicas, y que también reciba dignamente a quienes se acercan como visitantes”.
Lo cierto es que este domingo, como cada elección, volverá a caminar los pasillos de su vieja escuela con su madre al lado, cumpliendo juntos con un acto simple pero profundo: votar por el país que sueñan.





