“A los 38 años no es fácil comenzar de cero y por muchas buenas intenciones que se tengan, la duda siempre está ahí, latente como un alerta que más de una vez hace trastabillar los sueños”, cuenta Samanta.
Samanta empezó a trabajar con sus padres, que tenían una distribuidora de artículos para santerías. Al estar en contacto con los clientes escuchaba que consultaban por diseños nuevos en busca de alguna novedad.
Con la premisa de cumplir esta necesidad y con su pasión por el diseño, se le ocurrió crear los primeros rosarios con cuentas de colores. Sin imaginarlo ahí nacería, Salve Regina la primera marca de Argentina de regalos con valor emocional.
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Su principal canal de venta es a través de revendedoras, mujeres con historias de resiliencia y superación, a las que motiva a dar todo su potencial.
Prensa Salve Regina
La inversión inicial fue de 500 pesos, hizo 15 rosarios y 25 pulseras, al segundo día se había vendido todo.
Por el crecimiento acelerado, una de sus amigas empezó a ayudarla, su marido dejó su trabajo en una multinacional para sumarse, su hija terminó el colegio y asumió parte de la venta, actualmente cuenta con más de 60 empleados.
Nueve años después, Samanta está convencida de que tomó la decisión correcta.“sin duda este cambio fue la oportunidad de superación y de demostrarme todo lo que podía”.
Hoy vende sus productos a través de mayoristas a más de 1.000 revendedoras, cuenta con cinco góndolas en los shoppings más importantes de Argentina y logró instalarse en Ecuador. Pero su mayor orgullo es poder brindar trabajo a esas mujeres que, por su edad, muchas veces se las considera fuera del sistema.
Es que actualmente su principal canal de venta es a través de revendedoras, mujeres con historias de resiliencia y superación, que las motivaba a dar todo su potencial.
Samanta cuenta que para muchas mujeres fue su primer trabajo, o la oportunidad de volver al mercado laboral para aquellas que habían dedicado su tiempo a cuidar a sus hijos y quieren reinsertarse, o mujeres que perdieron sus empleos y con esta opción de venta directa pudieron crecer.
Si hay algo de lo que Samanta puede dar ejemplo y testimonio es que se puede emprender cuando el único capital es la pasión, y de que si a los sueños se los acompaña con amor y esfuerzo, se cumplen.