Pablo le pidió el Fiat 600 a su papá. No fue casualidad. Desde hace años que su padre lo usa para asistir a reuniones de fanáticos de fititos, por lo que el auto estaba preparado para recorrer grandes distancias.
Aunque no todo es bueno. El que ha tenido este tipo de autos sabe que en zonas en los que hay mucho viento no pueden ir muy rápido, por precaución, así que en esas zonas solamente lo hacían a 60 kilómetros por hora. Más allá de eso, ha sido una travesía con muy pocos inconvenientes y en los que han recorrido más de 10.000 kilómetros
El medio fitito
El medio fitito que llevan Pablo y Noemí tiene su historia. Según explicó Pablo a medios de Tierra del Fuego, porque hace unas semanas llegaron hasta esa provincia, fue un chico tucumano el que lo hizo.
No se conocían entre ellos, pero Pablo si había visto a sus hermanos y fueron estos los que le comentaron antes del viaje del medio fitito.
“Estaba guardado. Si bien ya habían vendido el auto, los padres lo mantenían por una cuestión sentimental, y no se querían desprender de él”, manifestó. La razón era que el chico había muerto hace unos años.
Tiempo después se lo vendieron, pero siempre bajo la confianza de que su nuevo dueño lo iba a cuidar. En ese momento, ya el viaje era algo concreto.
La idea es volver a Tucumán en los próximos días. Allí descansar y después completar el viaje por el norte del país y la mesopotamia. Una aventura que jamás olvidarán.