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Materiales:
- Una pieza grande de tela gruesa que servirá como base
- Retazos de tela para los bolsillos (pueden ser estampados)
- Un palo de madera para el soporte
- Elementos de sujeción (ganchos adhesivos o cuerda resistente)
- Herramientas básicas: tijeras, regla y lápiz
- Alfileres para sujetar las piezas
- Máquina de coser o aguja e hilo
Paso a paso hacia un espacio más ordenado
El proceso comienza con la medición precisa del espacio donde irá el organizador. La base debe adaptarse al lugar elegido, ya sea una puerta de armario o una pared. La clave está en dibujar previamente la ubicación de los bolsillos, pensando en el uso que daremos a cada uno.
Los bolsillos pueden tener diferentes tamaños según las necesidades. Un truco útil es hacerlos ligeramente más grandes de lo planeado para crear pliegues al coserlos, lo que brinda mayor capacidad de almacenamiento. El dobladillo de los bordes resulta fundamental para evitar que la tela se deshilache con el uso.
La costura debe realizarse con cuidado, asegurando cada bolsillo a la base y prestando especial atención a los bordes. El planchado entre pasos ayuda a mantener los dobleces firmes y facilita el trabajo de costura. Para el sistema de sujeción, dos opciones prácticas son los ganchos adhesivos o una cuerda resistente, que se fijan mediante lazos de tela cosidos en la parte superior.
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DIY de reciclaje con telas que no usas.jpg
Si escoges por el método de la cuerda, el paso final consiste en cortarla y atarla a los extremos del palo de madera. Para mayor seguridad, conviene enrollar la cuerda varias veces alrededor de la barra. Un toque de pegamento caliente garantiza que todo quede firmemente en su lugar.
La personalización marca la diferencia en este tipo de proyectos de manualidades. Los botones decorativos en los bolsillos más grandes aportan un toque distintivo. Las opciones para embellecer el organizador son múltiples: bordados artesanales, cintas en zigzag, lentejuelas brillantes o elementos naturales como hojas artificiales transforman la pieza en algo único.
El resultado final es un organizador personalizado que combina funcionalidad con el valor agregado del reciclaje creativo. Una vez terminado, solo resta colgarlo en su lugar definitivo y admirar cómo una simple idea de DIY puede transformar tanto un espacio como los materiales que le dieron vida.