Llorar con frecuencia, mostrarse desanimado o sin interés en actividades que antes disfrutaba es una clara señal de que un niño puede estar afectado desde lo emocional.
La irritabilidad y los cambios de humor también son frecuentes. Enfadarse con facilidad o mostrar notorios cambios en el estado de ánimo no es algo normal en un niño.
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El aislamiento social es un claro indicador de que un niño no está en un buen momento
Un niño que está triste también evita a los amigos. El aislamiento social es otra de las características a tener en cuenta ante la problemática planteada. Otras de las señales, aunque menos frecuentes, son las siguientes:
- Comer mucho más o mucho menos de lo habitual, tener dificultad para dormir o dormir demasiado.
- Descenso en las calificaciones, dificultad para concentrarse en clase o faltar a la escuela con frecuencia.
- Lastimarse a sí mismos, hablar de muerte o suicidio, o mostrar conductas de riesgo.
- Quejas frecuentes de dolores de cabeza o estómago sin causa médica.
- Volver a comportamientos propios de etapas anteriores, como orinarse en la cama o chuparse el dedo.
Cómo evitar que un niño esté mal emocionalmente
Para evitar que un niño esté mal emocionalmente, es fundamental crear un ambiente seguro y de apoyo, fomentar la comunicación abierta, enseñar estrategias de afrontamiento saludables y buscar ayuda profesional si es necesario.
Esto implica que los padres deben validar sus emociones, enseñarle a su niño a identificar y expresar sus sentimientos, establecer límites y, sobre todo, pasar tiempo de calidad juntos.