Según la RAE, bostezar es "Hacer involuntariamente, abriendo mucho la boca, inspiración lenta y profunda y luego espiración, también prolongada y a veces ruidosa, generalmente por sueño o tedio."
El bostezo es, en su esencia, una respuesta fisiológica que generalmente ocurre cuando estamos cansados, aburridos o necesitamos un aumento de oxígeno en el cerebro, es decir, que hace que más sangre fluya por el cerebro. Sin embargo, cuando se convierte en contagioso, la respuesta ya no es simplemente una reacción a la fatiga. Es un fenómeno social, lo que significa que tiene un componente emocional o de conexión con otras personas.
Una de las explicaciones más aceptadas sobre porque es contagioso, se basa en el sistema de neuronas espejo, un conjunto de células cerebrales que se activan tanto cuando realizamos una acción como cuando vemos a otros hacer lo mismo. Este sistema nos permite imitar y entender el comportamiento de los demás.
Cuando vemos a alguien bostezar, nuestras neuronas espejo se activan de manera similar, lo que desencadena la necesidad de bostezar nosotros también. En términos simples, es como si nuestro cerebro "reflejara" el comportamiento de otra persona de forma involuntaria.
Un estudio científico también sugieren que el bostezo contagioso está vinculado a la empatía. Las personas con mayor capacidad para empatizar con los demás son más propensas a experimentar este fenómeno. Además, tendemos a bostezar más al ver a personas cercanas emocionalmente, como amigos o familiares. Este comportamiento podría ser una forma de sincronización social, promoviendo la cohesión dentro de los grupos.
Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Harvard descubrió que los individuos eran más propensos a contagiarse de un bostezo cuando observaban a personas con las que tenían una conexión emocional. En cambio, era menos probable que esto ocurriera al ver a extraños.
Además, algunos científicos sugieren que el bostezo contagioso podría tener una función en la comunicación no verbal. El bostezo puede ser una señal de que una persona está relajada o necesita descanso. Si estamos en un entorno social y vemos a otros bostezar, nuestro cerebro puede interpretar esa señal y automáticamente replicar el comportamiento, como si formáramos parte del mismo "estado emocional".