El horno es un electrodoméstico que gracias a su espacio pueden introducirse cosas por más que no esté en uso y allí es donde está nuestro error.
Lo que hay que tener en cuenta es que, aunque haciendo esto se gana espacio, el calor residual del horno puede generar un riesgo de incendio si se guardan con elementos inflamables como plásticos o papel.
Además, con el mismo calor de este electrodoméstico se pueden deteriorar las herramientas de cocina, debido al calor que desprende aunque ya no está encendido.
Algunos utensilios tienen recubrimientos antiadherentes o mangos de plástico, que no siempre están diseñados para soportar el calor del horno y si se calientan, pueden liberar humos tóxicos y causar graves peligros. Asimismo, los objetos que tengan bordes o puntas afiladas pueden dañar el esmaltado del horno y rayar sus paredes o rejillas.
Si bien los peligros pueden no ocurrir, siempre hay que tener precaución y evaluar la posibilidad de poner las ollas en otro espacio de la cocina. Porque además de correr riesgos sobre tu seguridad, también se pierde la funcionalidad del horno y su eficiencia.
Esta práctica es muy común en el país y por eso creemos que es seguro volver a guardar dentro del horno las sartenes y las ollas. Lo cierto es que no y deberías dejar de hacerlo lo antes posible.