Para distraídos

Por qué me cuesta concentrarme, según la psicología

Son muchos los que se preguntan en varias ocasiones ¿por qué me cuesta concentrarme?. La Psicología tiene una respuesta que marca múltiples causas

Por UNO

A todos nos pasó en algún momento. Tenemos todo listo para realizar cualquier tipo de tarea o actividad y, de un momento a otro, nos distraemos y viene la pregunta inevitable ¿por qué me cuesta concentrarme?. Hay causas claras y soluciones dadas por la psicología.

Los problemas de concentración pueden traer problemas de muchos tipos en nuestra cotidianeidad. La falta de concentración en las personas se ha agravado en las últimas décadas. Ya sea en el trabajo, estudio o en el ocio (incluyendo los deportes), son numerosas las personas que se quejan y se preguntan: ¿por qué me cuesta concentrarme?.

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No importa el esfuerzo implicado en focalizar la atención, el problema persiste y, cuando ya se ha vuelto crónico, se convierte en un enemigo del bienestar de la persona.

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¿Por qué me cuesta concentrarme, según la psicología?

Concentrarse en cualquier tipo de actividad implica centrar nuestra atención, de forma consciente e intencionada, en un objetivo concreto durante un período de tiempo relativamente extenso. Una buena concentración implica disponer de buena capacidad para bloquear los factores de distracción del entorno, tener habilidad para poner todos los recursos cognitivos en la tarea que se hace y evitar que nuestra mente nos haga perder el hilo de lo que tenemos que hacer.

La concentración es primordial para muchas actividades cotidianas: conducir, hacer un deporte, leer un libro, meditar, preparar la comida o escuchar a un amigo que necesita apoyo. La concentración, siempre, es un aspecto que debe ponerse en práctica para poder realizar estas actividades correctamente. De otra forma, puede pasarnos que no nos enteremos de lo que estamos leyendo, pongamos sal a nuestro café o que nuestro amigo se enoje porque se dio cuenta de que no lo estamos escuchando.

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Por supuesto que no es posible tener siempre el mismo grado de concentración. Hay días en los que estamos más atentos a lo que tenemos que hacer y otros días que estamos más dispersos. No obstante, cuando nuestra capacidad para concentrarnos está crónicamente baja, sea cual sea la causa, tenemos suficientes motivos como para preocuparnos. No poder estar atento a lo que se hace puede llevarnos a serios problemas en nuestro éxito académico y laboral, salud física y desempeño social, tanto a corto como largo plazo.

No poder concentrarse en los estudios y en el puesto de trabajo supone serios problemas para aprender o un buen desempeño en el empleo, respectivamente. Si tenemos que estudiar para un examen, pero no nos concentramos, nuestra nota no va a ser muy alta. O trágica. En cuanto al trabajo, si no hacemos meticulosamente lo que se nos pide, puede que nuestro jefe no quede satisfecho con nuestro rendimiento y corramos el riesgo de ser despedidos.

En relación a la salud, no estar debidamente concentrado se traduce en un mayor riesgo a sufrir accidentes de cualquier clase. Por ejemplo si se está conduciendo y no se presta suficiente atención a la ruta, es posible que tengamos un accidente grave. Lo mismo en la cocina.

En lo social, no prestar suficiente atención a lo que dicen y hacen nuestros familiares, amigos y personas importantes puede dañar seriamente nuestras relaciones.

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Los empleados multitarea son muy buscados. Pero esta forma de trabajo atenta contra la concentración.

Los empleados multitarea son muy buscados. Pero esta forma de trabajo atenta contra la concentración.

CAUSAS DE LOS PROBLEMAS DE CONCENTRACIÓN

  • Falta de descanso. El cansancio es uno de los peores enemigos de la concentración. Para que nuestro cerebro rinda de manera óptima, necesitamos haber disfrutado de un buen descanso durante la noche o, al menos, habernos tomado una siesta al mediodía. Son muchas las personas que padecen problemas de concentración por falta de descanso. Ya sea porque sufren insomnio, duermen demasiado poco o tienen un sueño de mala calidad, al día siguiente no se encuentran en sus plenas facultades, costándoles mucho todo.
  • Estrés. El estrés crónico se convierte en un factor que perjudica nuestra salud física y mental. Este malestar se traduce en dificultades cognitivas, siendo una de ellas la falta de concentración. A mayor estrés más difícil es intentar poner la mente en calma y poner el foco de atención en lo que se debe hacer.
  • Sobrecarga de trabajo. Vivimos en una sociedad en la que se fomenta la filosofía de ser multitarea, es decir, intentar hacer más de una cosa a la vez. Esto, que se interpreta como ser altamente eficiente, puede dar como resultado el efecto contrario. "Quien mucho abarca poco aprieta" reza el viejo dicho. Hacer más de una cosa a la vez puede hacernos no prestar la atención adecuada a cada tarea. Cuantas más cosas tenemos en la lista de pendientes más difícil es hacerlas una a una. Hay que aceptar las limitaciones.
  • Aburrimiento. Aburrirse no es algo patológico, al contrario. El aburrimiento es una emoción fundamental del ser humano. Sin embargo, aburrirnos no es algo que nos guste, especialmente si aparece en una situación en la que debemos prestar atención. Tener un trabajo que no nos gusta, estar en una clase con un profesor aburrido o no recibir la suficiente estimulación del entorno son factores que predisponen al aburrimiento y, consecuentemente, a una reducción de nuestra concentración. Claro está, si tenemos que hacer una actividad importante que nos aburre es algo que nos frustra, pero igualmente tenemos que hacer el esfuerzo en intentar que nuestros recursos cognitivos se centren en lo que deberían.

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