"Comenzamos a trabajar en septiembre del 2018, pensando en el Día del Niño y llevarles cosas a los alumnitos. Tiramos la idea acá en la mesa donde nos reunimos, y ya nos pusimos a trabajar, juntando cosas, haciendo folletos y coordinando a muchísima gente que quiso colaborar desde fuera de nuestra institución. De acá participaron las jefaturas de todos los complejos, muchos particulares, y hasta negocios, como la gente del depósito del Vea", enumeró el jefe del grupo creado en el año 2.000, tras el recordado motín vendimial en la cárcel de calle Boulogne Sur Mer.
"Ahí se vio la necesidad de los chicos, y además quisimos demostrar que detrás de las veces que tenemos que hacer represión y que detrás de un uniforme, también hay un hijo, un padre, un abuelo, y que tenemos arraigada la solidaridad, como parte de esta sociedad donde hay mucho sufrimiento", explicó el penitenciario.
"Uno de los motivos por los que elegimos esta escuelita y por una cuestión de pertenencia, solidaridad y sentimientos, y sin querer ningún tipo de publicidad, nos contactamos con los docentes y directivos, todos muy amables y comprometidos con la escuela. Ellos nos dijeron que ahí habían chicos con los padres privados de la libertad, así que nos sentimos más reconfortados por poder ayudar", recordó Castro, que agregó: "Es algo maravilloso sentir la satisfacción de poder ayudar con este tipo de acciones, y donde la devolución es inmediata, al poder ver la felicidad de los chicos, que son nuestro futuro".
No sólo se involucraron en lo social y afectivo los penitenciarios, sino que a esta acción solidaria le sumaron lo familiar. "Los dos primeros años que hicimos esto, como no había pandemia, llevamos a nuestra familias a compartir ese día hermoso de nuestra visita, y nuestro hijos jugaron y se hicieron amigos con los niños de La Paz. Fueron cosas emotivas, y no podías evitar que se te cayeran las lágrimas", recordó Carlos sobre las vistas del 2018 y 2019.
"Este año, por culpa de la pandemia no podíamos ir a ver a los chicos de la escuelita, pero igual seguimos haciendo la colecta de mercadería, y le sumamos unas cuchetas, unos televisores, ropa y hasta unas cajas navideñas. ¡No podíamos dejar solos a los niños, somos los padrinos, y no íbamos a fallar justo ahora en un año tan difícil como fue el 2020!, concluyó Carlos Castro, el jefe del grupo especial de penitenciarios que se sacaron el uniforme y se pusieron el overol de los que ayudan a la comunidad en los lugares más vulnerables.