Economía moderna

Paco Bravo, el referente de la tecnología que propone que las TICs se preocupen por eliminar el hambre

El ingeniero preside el centro de desarrollo tecnológico más destacado de Mendoza. Opina que para estar a la vanguardia, la sociedad debe resolver la pobreza y las carencias educativas

Suele hablarse del agotamiento de la matriz productiva que en otros tiempos llevó a Mendoza a ser una provincia rica. Cerrada por ahora la opción minera, una de las áreas que pica en punta como posible complemento a las industrias tradicionales son las Tecnologías de la Información (TICs). Francisco Paco Bravo está convencido de que ahí hay un camino posible, pero advierte que para tomarlo en serio hay que pensar en sentido amplio. "Eliminar la desnutrición y mejorar la educación también son parte del nuevo paradigma", tira, provocador, durante la entrevista con Diario UNO.

Bravo es presidente del Polo TIC, una organización con sede en Godoy Cruz donde se dan cita sectores empresariales, académicos y del Estado bajo la meta común de integrarse en la "revolución digital". Ingeniero y consultor con experiencia en proyectos públicos y privados, se concentra en temas como la economía del futuro y los cambios sociales que requerirá.

El contexto no lo amilana. "Nuestro sector es el único que ha crecido a pesar de la situación general, tanto en ventas como en empleos y en exportación", asegura. Por otro lado, los últimos años le han confirmado que las innovaciones no harán más que acelerarse. De hecho, Paco comparte información sobre una serie de ambiciosos planes para el porvenir, entre ellos, la meta de que el software se transforme en la segunda industria más importante del país.

"Con la pandemia -dice- vimos el poder de las tecnologías. Muchos pudimos seguir trabajando desde casa. Y ahora mismo se usan drones para sembrar y controlar los cultivos. Una persona puede monitorear perfectamente su finca desde su casa, aunque esté a 50 kilómetros de distancia".

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Desde el Polo TIC dicen que a pesar de la pandemia no han hecho más que crecer.

Desde el Polo TIC dicen que a pesar de la pandemia no han hecho más que crecer.

Fuertes pero débiles

Paco asegura que uno de los inconvenientes que hay en Mendoza es la mala conexión a Internet, si bien esto es algo que el mendocino promedio ya ha naturalizado.

"Pero si uno analiza el nivel de conectividad de las distintas provincias argentinas, estamos al final de la tabla. Es incomprensible e inadmisible, porque estamos entre las primeras en cuanto al Producto Bruto Geográfico", critica. "Por acá pasan cinco o seis líneas troncales de fibra óptica. En otras ciudades del país pasa una. Aún así, quedamos muy atrás en distribución y en políticas públicas para fomentar el alcance".

—¿Por dónde tendría que encarar Mendoza para convertirse en una potencia TIC?

—Desde el Polo apoyamos el paradigma del conocimiento, que no es sólo transformar la economía tradicional en economía moderna, relacionada con la tecnología. Es estar preocupados también por temas que afectan a la sociedad, como eliminar la desnutrición infantil, el hambre y la pobreza en general, cuidar el medioambiente, conseguir mayor inversión por parte del Estado y de las empresas.

Bravo insiste en que, si se cumplen esos requisitos, el crecimiento llega. "Las TICs se pueden integrar a todas las industrias. Nosotros estamos ahora en proyectos con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y el Gobierno mendocino. Nos estamos asociando a la vitivinicultura, a la metalmecánica, al comercio. No hay un sólo lugar de la economía donde hoy, para ser más competitivas, las empresas no requieran de tecnología.

—¿Pero aunque profundizáramos eso, seríamos competitivos frente a países que ya se posicionaron en la carrera tecnológica, como la India?

—La capacidad y el talento de acá están en un nivel que permite competir tranquilamente si la situación macroeconómica y política se solucionara. Es más: tenemos ventajas frente a otras latitudes. En India, por poner un caso, no comparten horario con grandes capitales, entre ellas Nueva York. Acá sí.

El ingeniero cita a países que hace 30 o 40 años eran muy pobres y que gracias a su visión estratégica consiguieron reinventarse. "Ahí está Estonia, que al salir del bloque soviético estaba muy postergada, sin inversión. Tuvo la suerte de que asumió la presidencia de ese país un tecnólogo, Toomas-Hendrik Ilves, que ejerció la presidencia entre 2006 y 2016 e hizo cambios notables. Empezó a darle mucha importancia a la educación y a la inversión en ciencia y tecnología. Hoy Estonia es el país digital por excelencia. Tiene un territorio muy pequeño y menos habitantes que la provincia de Mendoza. Eso también lo podemos hacer nosotros".

Planes ambiciosos

Las esperanzas de Paco no flotan en las nubes. La Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI) presentó recientemente su nuevo programa, Software as a Future, que ambiciona generar más de 400.000 empleos federales en 2031, muy por sobre los 122.000 existentes que se detectaron a finales de 2021.

Se trata de un ámbito tentador: el promedio de los salarios entre programadores duplica la media del empleo registrado en Argentina. Y podría seguir creciendo si no fuera porque el principal freno es la escasez de mano de obra calificada.

Si la CESSI -en coordinación con instituciones como el Polo TIC de Mendoza- consigue el objetivo, promete exportaciones por más de 10.000 millones de dólares anuales y posicionarse como la segunda industria más relevante del país. Aún hoy, con pandemia y crisis, los referentes del software dicen que su actividad es la cuarta generadora de divisas, detrás de la agroindustria, la minería y las automotrices.

Bravo tiene en cuenta todo esto y sabe que la factibilidad de esas proyecciones se juega, en gran medida, en que se den pasos decididos y se "cultive" a la masa crítica de especialistas que es indispensable para dar el salto.

—De cualquier manera, uno de los problemas que hay en Argentina es que muchos profesionales prefieren trabajar para empresas de afuera, ya que no hay forma de que los salarios locales equiparen a los sueldos en dólares ¿Se puede luchar contra eso?

—Es una pregunta muy difícil de responder, porque depende de la situación macroeconómica nacional, y eso está fuera del control de la provincia. Lo cierto es que hoy una persona se sienta cómodamente en su casa de Mendoza, se pone a desarrollar código -a programar- y eso a lo mejor le representa por hora 40 o 50 dólares. No es la mayoría de los casos, pero ocurre. La relación que existe entre la demanda y la oferta en este sector a nivel mundial -y nosotros no escapamos de eso- es tremenda. Eso impacta directamente en los salarios.