El uso cotidiano de pantallas, redes sociales y aplicaciones de mensajería ha transformado la forma en que niños, niñas y adolescentes se relacionan. Sin embargo, esa conexión constante también los expone a riesgos cada vez más frecuentes, uno de los más peligrosos es el grooming: una forma de acoso sexual en la que adultos se hacen pasar por menores para ganar la confianza de sus víctimas.
"Nunca voy a dejar de ser una víctima de la pedofilia porque mis fotos están en la red"
La mendocina Ornella Carbone tenía 10 años cuando un adulto se hizo pasar por un chico de 13 años. Durante 6 años la manipuló y la obligó a enviarle imágenes sexuales
Hace unos días advertimos por Diario UNO los peligros de los videojuegos, como el Roblox, o el uso indiscriminado de redes sociales que pueden desencadenar, entre otros daños, en el grooming.
Incluso, por estos días, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decidió bloquear el acceso a esta plataforma de juegos en las escuelas públicas de todos los niveles educativos tras una denuncia presentada por una familia que alertó sobre un presunto caso de grooming ocurrido fuera del horario escolar, pero que involucró a estudiantes de una institución estatal.
Ornella tenía 10 años cuando comenzó a sufrir grooming.
Y es que detrás de cada hecho delictivo, hay una historia de manipulación, engaño y daño psicológico que deja huellas profundas, aunque la justicia intervenga.
Este es el caso de Ornella Carbone, una joven de 26 años, mendocina y estudiante de Abogacía, madre de un niño de 1 año, que decidió relatar los 6 años de padecimiento que vivió, aún siendo niña, a manos de un acosador o una red de pedofilia. Ornella fue víctima de grooming.
Nadie imaginaba que detrás de la pantalla había un adulto haciéndose pasar por niño. Un abusador sexual, que amenazó y obligó por años a Ornella a enviarle decenas de fotos y videos desnuda.
Su acosador se hizo pasar por un chico de 13 años, llamado Alejandro, de Guaymallén.
La manipulación: "Me pedía fotos, si no le mostraría nuestras conversaciones a mi familia”
En el 2009, Ornella vivía junto a su mamá y su abuela en una casa de la Ciudad de Mendoza. Estaba en 5 grado de la escuela primaria, practicaba vóley en el Club Pacífico y hacía danza. Aún las redes sociales no estaban de moda, excepto el Messenger, el primer chat de la época.
Desde la computadora de escritorio del living de su casa, alguien llamado Alejandro, apodado “Lale”, la contactó haciéndose pasar por un chico de Guaymallén.
“Todo empezó cuando yo tenía 10 años, y recién salían las primeras redes sociales para intercambiar mensajes. Era el messenger de Yahoo, esa ventana emergente que después de terminar de hablar se borraba. La moda era tener muchos contactos y entre todos esos que yo hice por querer ser popular, caí en una red. Todo empezó en una charla normal con un nene de 13 años. Hablábamos de música, de la escuela, de nuestras cosas. Después de generar ese vínculo de amistad, él decide empezar a contarme sus supuestas primeras experiencias sexuales. Y usó esa conversación, datos míos y contactos de mi familia para extorsionarme”.
¿Qué te pedía a cambio?, le preguntamos. “Me dijo que si yo no le pasaba fotos desnuda, le iba a mostrar esas conversaciones a toda mi familia para que me juzgaran de puta. Me pedía fotos muy específicas. Me hacía que se me viera la cara sí o sí”.
A escondidas en el baño o en su habitación, Ornella se sacaba fotos con una cámara digital que le exigía su abusador.
“A los 12 años tuve mi primer celular. A los pocos días empezó a llamarme a ese teléfono que no sé cómo consiguió el número. Con el paso de los años, él se fue haciendo de otras redes y me fue persiguiendo por Facebook, Instagram. Por todos lados”, relató la ahora joven madre.
Ornella vivía con su mamá Andrea en Ciudad.
El silencio y la extorsión
Los contactos con Alejandro se volvieron frecuentes y pasaron del tono amistoso del inicio a ser imperativo, exigente, violento. “Un día me dijo el nombre de mi mamá y su mail. Me amenazó con que si no le mandaba fotos explícitas, le iba a compartir esas conversaciones. Tenía terror por lo que le pudiera pasar a mi mamá”, contó Ornella.
Las demandas del abusador eran cada vez más seguidas e incluso sabía al detalle la rutina de vida de Orne. “Un día estaba en Pacífico por jugar un partido de vóley y me llamaba para que le enviara fotos. Le pedí que me esperara a volver a mi casa, con el miedo de que hubiera enviado otras fotos mías a mi mamá o alguien, mientras yo estaba en el partido”.
“Él me contactaba día por medio, a veces desaparecía por dos o tres meses, seguramente porque le estaba haciendo lo mismo a otra niña, luego volvía con fuerza”.
La relación con su mamá Andrea y su abuela era estrecha. Sin embargo, este tema no lo podía hablar porque se sentía culpable y la responsable de la situación. “Es el día de hoy que no lo puedo hablar con mis íntimos, ni con amigos ni con mi familia”.
Las demandas del abusador eran cada vez más seguidas e incluso sabía al detalle la rutina de vida de Ornella.
Tras la denuncia la venganza del abusador
Cada intento de Orne de cortar el vínculo terminaba en nuevas amenazas cada vez más severas e intimidantes. Sin embargo, ya con 16 años un día vio por Facebook algo sobre el grooming en Chile y buscó alguna conexión en Argentina.
“Nunca había escuchado la palabra grooming. En una publicidad actuada en Chile hablaban del tema y lo relacioné al instante. Puse Argentina y me salió la ONG Grooming Argentina, que dirige Hernán Navarro. Mandé un mensaje porque justo en ese momento estaba muy intenso mi abusador. A Hernán le conté todo, y con él fue más fácil entender que la culpable no era yo, que yo era la víctima”, recordó.
Hernán llamó a la madre de Orne, Andrea, y le contó todo los años de sometimiento que había vivido su hija. “Con mi mamá lo pude hablar años después. Ella me acompañó a hacer la denuncia. Ahí me escuchó por primera vez contar todo. Y le empezaron a cerrar cosas porque a esa edad me mandó a la psicóloga porque me encerré mucho en mí”, sostuvo.
Ornella hizo la denuncia en septiembre de 2014 ante la Fiscalía de Delitos Informáticos de Mendoza. En el país ya existía la Ley Nacional contra el Grooming 26.904, sancionada y promulgada en 2013. Esta norma penaliza el ciberacoso dirigido a menores con fines sexuales con prisión de hasta 4 años al tipificar como delito en el Código Penal. Sin embargo, su aplicación era prácticamente nula al momento de la denuncia de Ornella.
Cada intento de Ornella de cortar el vínculo terminaba en nuevas amenazas cada vez más severas e intimidantes.
“La Policía incauta mi teléfono durante 24 horas y se hace pasar por mí para hablar con esta persona y rastrear el IP. Supuestamente se rastreó un IP que saltó en Quilmes, Buenos Aires. El acosador se da cuenta que está hablando con la Policía. Y al darse cuenta de eso el 21 de septiembre de 2014 hace un perfil de Facebook con mis fotos desnuda de niña y agrega a todos mi compañeros de colegio”, manifestó.
Ese año Ornella no terminó el colegio de manera presencial por las consecuencias de la exposición. “Tuve que rendir libre”, rememoró.
“Toda la escuela al mismo tiempo vio mis fotos desnuda. No sé cómo Facebook pudo permitir poner esas fotos tan explícitas de una niña. Más allá de que puse la denuncia, él cumplió su objetivo y terminó publicando mis fotos”, dijo Ornella sobre cómo reaccionó su acosador al ser denunciado.
Cuenta Orne que cuando terminó la secundaria el acosador se comunicó con ex compañeros suyos para seguir hostigándola pero ya no pudo continuar porque ella se volvió mayor de edad. “Se terminó cuando cumplí los 18 años. Él es un pedófilo y ya no le servía, me volví mayor de edad”, afirmó.
“Tengo la sospecha que se trató de una red porque no se entiende cómo una sola persona puede, por tantos años, abusar de otra de esta manera y además que me hizo ver que tenía miles de fotos de otras niñas también. Vi muchas niñas de distintos puntos del país en la misma situación que yo y eso no lo puede hacer una sola persona”, indicó.
“Se terminó cuando cumplí los 18 años. Él es un pedófilo y ya no le servía, me volví mayor de edad”, afirmó Ornella.
La salud mental: "Atenté varias veces contra mi vida”
El impacto en la salud mental de Ornella fue devastador. Sufrió trastorno de la alimentación y autolesiones. Hoy, más de 10 años después de lograr poner la denuncia, continúa con psicólogo y psiquiatra.
“Me violó la cabeza. Hoy estoy rota pero en proceso de sanación. Tengo depresión. Atenté contra mi vida muchas veces porque creí que esa era la vida que me tocaba. Estaba perseguida, con miedo, juzgada. Pero no, entendí que nunca voy a dejar de ser una víctima de pedofilia”.
-¿Por qué decidiste contar tu historia?, le preguntamos. “Por la misma desesperación que esto no le pase a nadie más. Ver que la tecnología avanza tan rápido y los modos de los pedófilos siguen siendo los mismos. Como víctima tengo que tomar la decisión de quedarme con este dolor y no hacer nada; o agarrar este dolor y hacer lo que pueda. Quiero que no le vuelva a pasar a nadie más”.
Cifras que alarman
Así como Ornella fue víctima de un secuestro emocional, rehén de la coacción y obligada a hacer cosas contra su voluntad, son miles los niños y adolescentes que atraviesan por esta situación. Queda claro que su silencio durante tantos años no fue injustificado.
Según la Encuesta Kids Online Argentina 2025 de Unicef, el 33% de los niñas, niños y adolescentes del país se vieron con personas en línea. De ese número, un 3% se encontró con un adulto.
Groboming Latam, una red regional conformada por 30 organizaciones que luchan contra este delito, indicó que 4 de cada 10 niños argentinos acceden a un celular antes de los 9 años.
Sobre una encuesta a 17.000 niños y adolescentes, el 49% dijo haber conversado con extraños en redes sociales y juegos online; 7 de cada 10 recibieron propuestas de “noviazgo” por parte de un desconocido, y al 25% le pidieron “imágenes de desnudez o semidesnudez” por internet.
Sobre una encuesta a 17.000 niños y adolescentes, el 49% dijo haber conversado con extraños en redes sociales y juegos online.
Una situación de grooming debe abordarse como un caso de abuso sexual contra niños y adolescentes. Por eso es importante tener en cuenta estas recomendaciones:
- Se puede llamar a la línea 102 o 137 para recibir orientación y asesoramiento.
- Llamar a la línea nacional 0800 222 1717.
- Hacer la denuncia en la fiscalía más cercana o de manera virtual en la página del Ministerio Público Fiscal mpfmza.jus.mendoza.gov.ar.
- O buscar ayuda en www.groomingarg.org.










