Cuáles son los hábitos que previenen el deterioro cognitivo según la Neurociencia
Según el neurólogo estadounidense Jeff Beck, la memoria puede trabajarse diariamente mediante simples acciones cotidianas. Existen 3 claves que pueden ser de gran ayuda para mejorar la salud cognitiva y la calidad de vida en general.
Priorizar el sueño de calidad
Dormir bien es la principal conducta que ayuda a mejorar la memoria. No es cantidad sino calidad, lo importante es priorizar el sueño profundo y reparador por sobre las excesivas horas de sueño.
En palabras de Beck, el sueño es fundamental para el bienestar y las horas que cada cuerpo necesita descansar varían según la edad y factores como el estilo de vida y las conductas diarias. Los niños, por ejemplo, deben dormir entre 7 y 10 horas diarias, mientras que para los adultos es óptimo que duerman entre 6 y 8.
Además, conocer los ciclos del sueño y aprender sobre ellos es de vital importancia para asegurar que este hábito sea beneficioso.
El hábito de hacer ejercicio diario
Hacer actividad física , sobretodo deportes que involucren mucho cardio, juega un papel esencial en el trabajo de la memoria. Cuando hacemos ejercicio con frecuencia en nuestro cerebro se produce la hormona neurohormona que promueve el crecimiento endotelial vascular y actúa como un fertilizante natural para los vasos sanguíneos del cerebro.
Una adecuada vascularización de las regiones cerebrales como los lóbulos frontales y el hipocampo, mejoran la memoria del trabajo y la memoria a largo plazo. Además de que el ejercicio representa un fortalecimiento físico en los músculos, articulaciones y el sistema respiratorio.
Entrena tu mente constantemente
Un hábito muy importante es mantener la costumbre de aprender algo nuevo todos los días y ejercitar la memoria. Muchas personas, llegada la vejez, dejan automáticamente de hacer cosas que involucren el trabajo de la memoria. Es importante mantener una interacción social y aprendizaje continuo.
Está comprobado que las actividades sedentarias (como ver televisión) tienen un impacto casi nulo en la protección de la memoria. La clave yace en aprender un nuevo idioma, hacer actividades grupales, participar en conversaciones, empezar una nueva actividad y evitar el aislamiento.
No interactuar con personas puede afectar la memoria y las funciones cognitivas como la velocidad de procesamiento y la memoria del trabajo. Según Beck ''vivir en una comunidad activa o participar en actividades grupales puede marcar una gran diferencia para preservar la salud mental en la vejez''.
Un cuarto hábito importante para la memoria: trabajar en la salud mental
Finalmente, trabajar en la salud mental e introspección constantes puede traer amplios beneficios para la memoria. Meditar, escribir los pensamientos, hacernos preguntas reflexivas e identificar nuestras emociones puede tener alto impacto en la salud cognitiva.