E l paquete de paliativos sociales anunciado por Mauricio Macri busca cubrir el flanco más débil de sus cuatro meses de gobierno, luego de haber implementado dolorosos ajustes destinados a recomponer la economía del país a mediano plazo.
La salida del cepo sin paranoia pero seguida de una fuerte devaluación, más el aumento de tarifas y la escalada inflacionaria provocaron una caída de la imagen presidencial.
Paralelamente y gracias a un esperado fallo de la Cámara de Apelaciones de Nueva York, el Gobierno logró cerrar el pleito con los fondos buitre para concretar la anunciada "vuelta a los mercados" a la espera de que impulse la recuperación económica.
La deuda social y el alimento para buitres dieron pie al regreso de Cristina de Kirchner, acompañada por miles de seguidores, justo cuando debió comenzar a rendir cuentas ante la Justicia de su estadía en el poder, en este caso por un quebranto de miles de millones de dólares por la venta de dólares a futuro.
Es difícil medir ahora si la ex presidenta podrá pararse nuevamente como una referencia política. Por lo pronto, logró una convocatoria masiva y al día siguiente reunió a 71 de los 79 diputados del Frente para la Victoria en su nuevo búnker. Por ahora no hizo pie en los territorios.
Hoy se reunirá con intendentes bonaerenses del FPV, pero la mayoría de los gobernadores abreva en una renovación peronista corrida hacia el centro, con Daniel Scioli, Juan Manuel Urtubey y José Luis Gioja, diputado y posible jefe del PJ, como referencias.
Habrá que ver si Cristina de Kirchner logra permear en el peronismo o se decide a construir lo que definió como un Gran Frente Ciudadano, que en principio enraizaría en una nueva izquierda, más poblada que las actuales expresiones trotskistas.
"Cristina es el Maradona de Newell's", parangonó el dirigente sciolista Gustavo Marangoni, ex presidente del Banco Provincia, para quien la ex presidenta está "de vuelta" como cuando el Diez hizo sus últimas gambetas en el club rosarino antes del retiro. Sin embargo, logró ocupar la escena luego de cuatro meses de ausencia y antagonizar con Macri.
En términos políticos, el Gobierno celebra la irrupción de la jefa del kirchnerismo, acosada por denuncias de corrupción, porque estira la posibilidad de una unificación plena del peronismo.
Macri sigue vendiendo futuro. "Somos muy optimistas. Créanme, vamos por el camino correcto", prometió al hacer los anuncios de corte social en el barrio porteño de Liniers. Y más allá de quien se pare enfrente, da la sensación, como siempre ocurre, de que la suerte del Presidente depende de sí.
El paquete de medidas sociales incluye una ampliación a monotributistas de la asignación universal por hijo (AUH), la devolución del IVA para jubilados y beneficiarios de planes sociales y un aumento del seguro de desempleo, entre otras.
Hasta ahora las medidas de Macri se caracterizaban por el recorte. En esta última semana el Gobierno dio de baja el Plan Qunita, que consistía en la entrega de kits para madres y bebés recién nacidos. Ese programa está sospechado de corrupción y estaría compuesto por elementos peligrosos, pero en lugar de mejorarlo y transparentarlo, lo dieron de baja.
En ese contexto, el Gobierno comenzó a negociar con la empresa estadounidense Turner los derechos de televisación del fútbol, lo cual daría punto final al Fútbol para Todos. En principio, el principal entretenimiento de los argentinos sería gratuito hasta 2019, pero después habría que pagar o volver a los bares.
Macri y sus colaboradores se cansaron de repetir que el país atraviesa una "transición" y se encamina a volver a crecer. El Gobierno argentino no para de recibir elogios de parte del mundo desarrollado y del establishment financiero.
El FMI celebró el acuerdo con los holdouts, lo mismo que el Grupo de los 20 (G20) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), mientras que la calificadora de riesgo Moody's subió la nota del país y lo mismo harán Standard & Poor's y Fitch Ratings.
El acuerdo demandará una monumental emisión de deuda, pero implicará otro punto de partida. Los esfuerzos del kirchnerismo por acorralar a los fondos buitre tuvieron eco internacional, pero cero impacto económico positivo.
El país hace varios años que venía sosteniéndose sólo gracias al consumo. Pero el cepo no contuvo la pérdida del superávit comercial y engangrenó la economía, mientras que el déficit fiscal trepó por las nubes hasta un estimado de 7% del PBI.
En ese plano, los desafíos son dos: 1- Si efectivamente esa expansión prometida por el Presidente se concretará en medio de un contexto complicado, especialmente por la contracción de Brasil, principal socio comercial, y 2- Cuándo se producirá.
El FMI pronosticó que la economía argentina se contraerá 1% este año, pero que los ajustes de Macri mejoraron las perspectivas de crecimiento a mediano plazo en el país, comenzando con un proyectado 2,8% de expansión en 2017.
¿Acertará esta vez?