Historias de vida

Elecciones: Manuel y Elda tienen 96 y 93 años y volverán a votar juntos, como lo hicieron toda la vida

Con más de 7 décadas de amor y compromiso, este domingo Manuel Castillo y Elda Piseghelli volverán a cumplir con su deber cívico en las elecciones

Aunque su cuerpo a veces acuse el paso de los años, Manuel Castillo, de 96 años, ya tiene todo preparado para las elecciones del domingo. Junto a su compañera de vida, Elda Piseghelli, con quien compartió más de siete décadas de amor, se alistará una vez más para ir a votar, como lo ha hecho siempre. Será una de sus hijas, Miriam, quien los llevará a la Escuela Juan Agustín Maza, para cumplir con su deber cívico.

“Es una oportunidad extraordinaria que tiene la Argentina”, dice Manuel, en diálogo con Diario UNO. Y asegura que vio pasar muchas épocas y aún conserva intacta la fe en la democracia.

manuel y elda sonrientes

"Votar esa una oportunidad extraordinaria para la Argentina", opina Manuel Castillo, de 96 años.

El matrimonio, conocido por haber fundado uno de los imperios fotográficos más importantes de Mendoza —Castillo Color, que llegó a tener más de 40 sucursales en Cuyo—, vive ahora en una casa cercana a la precordillera, rodeados de recuerdos y fotos que narran su historia.

“Voy con mi hija Miriam, como siempre. Que haya consenso en medio de las variables, eso será mucho mejor para la Argentina”, reflexiona Manuel, con esperanza y sabiduría.

A su lado, Elda, de 93 años, asiente y agrega sin titubear: “El que no vota no tiene derecho al reclamo. Desde la primera votación para la mujer que sigo votando, y lo hago porque me parece justo para el país”.

"Es útil votar para que se organice el país"

Sus palabras encierran una convicción que se sostiene desde su juventud. “Es útil votar para que se organice el país, para que mande una persona eficiente y que sirva a todos los argentinos. Hay que elegir con conciencia, porque a veces por un voto se gana o se pierde una elección”, dice.

La historia de Manuel y Elda es la de dos jóvenes que se conocieron cuando el país aún aprendía a soñar con la democracia moderna. Se cruzaron por primera vez en 1944, en una cuadra del centro mendocino. Ella tenía 13 años; él, 15. Jugaban a la payana y compartían amigos. Lo que empezó como una amistad de vereda se transformó en amor, y ese amor ya lleva mucho más de 70 años.

“Me declaró su amor cuando tenía 14, pero tardó dos años en pedir mi mano”, suele contar Elda entre risas. Finalmente se casaron en 1954, en una iglesia de adobe de Palmira. La fiesta, recuerda ella, fue “con bombos y platillos”, porque en el pueblo todos los conocían: el padre de Elda era dueño del cine, y Manuel, un joven militar.

Pero el corazón de Manuel siempre estuvo en la fotografía. En los años 50, compró su primera cámara y comenzó a experimentar. “No había hecho ni un curso, pero tenía el alma puesta en eso”, recuerda. Con el tiempo, esa pasión se convirtió en una empresa familiar modelo, símbolo del esfuerzo y la visión de futuro.}

manuel castillo camara
Manuel Castillo creó una empresa fotográfica con más de 150 empleados en los años 50.

Manuel Castillo creó una empresa fotográfica con más de 150 empleados en los años 50.

Mientras él revelaba rollos y soñaba con traer el color a la Argentina, Elda trabajaba a su lado, vestida impecable, cubriendo eventos cuando había más de uno a la vez. “Me tocó una mujer de lujo —dice él—. Nunca nos aguantamos, nos cuidamos.”

De esa complicidad nació “Castillo Color”, que en su época de esplendor tuvo más de 150 empleados y una flota de sucursales que abarcaba Mendoza, San Juan, San Luis y Córdoba. En su local de calle San Juan, el laboratorio funcionaba a toda hora, recibiendo encargos de toda la región.

Cuando llegó la fotografía digital, no se quedaron atrás. “Estuve seis meses encerrado estudiando el proceso. No fue fácil, pero lo logramos”, contaba Manuel con orgullo. Y cuando finalmente decidieron cerrar, ningún empleado quedó sin su indemnización. Era su forma de cerrar el ciclo con gratitud y respeto.

El paso del tiempo y las convicciones intactas

Hoy, retirados pero inquietos, Manuel y Elda siguen disfrutando de los rituales que construyeron juntos. Desayunan en la cama, charlan hasta media mañana, caminan por el barrio y almuerzan en familia los domingos. Tienen cuatro hijos, nietos y bisnietos que los visitan con frecuencia.

Detrás de esa dulzura también hay fuerza. Perdieron a su hija mayor, Eldita, de manera repentina, y aunque el dolor los acompañó siempre, aprendieron a seguir adelante. “No hay día que no la recordemos”, dicen.

manuel y elda castillo
Una foto de años atrás: Manuel y Elda supieron construir un matrimonio sólido y duradero.

Una foto de años atrás: Manuel y Elda supieron construir un matrimonio sólido y duradero.

Esa mezcla de amor, memoria y compromiso los define también frente al acto de votar. Para ellos, el voto es un legado. Una forma de honrar lo vivido, pero sobre todo de mirar hacia adelante.

“Tiene que ser a conciencia —dice Elda—. Hay que pensar en el beneficio de toda la población. Si no votás, no tenés derecho a quejarte”.

Y Manuel asiente, con la misma seriedad con la que alguna vez fotografió a generaciones enteras de mendocinos.

Este domingo volverán a ser protagonistas de una historia simple y grandiosa: la de dos ciudadanos que nunca dejaron de creer.