El científico encontró semejanzas entre esta representación y las imágenes de la Vía Láctea en culturas nativas americanas. La aparición de patrones similares en el techo de la tumba de Seti I refuerza esta interpretación, sugiriendo que el término "Vía Acuática Serpenteante" podría haber sido su nombre para esta banda celeste que cruza el firmamento como un océano nocturno.
Entre 118 viñetas cosmológicas analizadas, esta curva ondulante aparece solamente en una. Esto revela que aunque la galaxia estaba vinculada con Nut como parte del cielo, representaba apenas uno de los muchos fenómenos que adornaban su forma, como el sol y las estrellas que iluminan el océano celeste.
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Este descubrimiento demuestra lo avanzados que estaban los egipcios.
El descubrimiento muestra también la escasa presencia de estrellas en el cuerpo de Nut. Únicamente un cuarto de las representaciones muestran a la diosa cubierta de astros, lo que puede indicar una preferencia por el cielo diurno durante esas dinastías, cuando las estrellas permanecen ocultas al ojo humano.
Una mirada única
La investigación traza la evolución de las representaciones de Nut a lo largo de distintas épocas. Las viñetas cosmológicas terminaron fusionándose con retratos completos, resaltando los roles duales de esta diosa: tanto cosmológico como guía hacia el más allá, un faro en el océano de la eternidad.
El Dr. Graur enfatiza la necesidad de digitalizar colecciones museísticas para proteger estos testimonios. Menciona el incendio del Museo Nacional en Río de Janeiro como advertencia sobre la fragilidad de nuestro patrimonio cultural, tesoros tan vulnerables como las huellas en la playa que borra la marea.
La investigación continúa analizando papiros funerarios y otros retratos de Nut, buscando determinar cómo esta civilización interpretaba los misterios del océano celeste a través del tiempo, dejando huellas más duraderas que las marcadas en la playa por las olas del Mediterráneo.