Analuz Pippia volvió a nacer. Literalmente. Hace casi un año, en medio de una tormenta de granizo que azotó Junín, un portón de hierro se desplomó sobre su pequeño cuerpo y la dejó al borde de la muerte. Las heridas de la niña fueron tan graves que los médicos les dijeron a sus padres algo que ningún padre está preparado para escuchar: tenía apenas 24 horas de vida.
Le habían dado 24 horas de vida y hoy celebra la Navidad: Analuz, la niña mendocina que volvió a nacer
La pequeña Analuz, que vive en Junín, estuvo al borde de la muerte cuando un portón de hierro cayó sobre su cuerpo durante una tormenta. Casi un año después, grabó un tierno video para Diario UNO
Hoy, casi un año después, la escena es otra. Analuz sonríe, baila, abraza las paredes de su habitación nueva y grabó un tierno video para Diario UNO para agradecer el apoyo recibido. En esta Navidad, su historia ya no es solo de dolor y miedo, sino también de fe, milagro y amor incondicional.
“Pero Dios nos dio una oportunidad y el agradecimiento de tenerla con nosotros es eterno”, dice su mamá, Yamila Correas, con la voz quebrada, todavía sorprendida por lo que viven. En diálogo con Diario UNO, repasó uno de los años más difíciles de su vida y el deseo que su hija acaba de cumplir: tener su propio cuarto.
Analuz tiene Síndrome de Down y es conocida por todos en su barrio y en su pueblo. En Junín, “Ani” es sinónimo de dulzura. Es hija de Alejandro Pippia, vidriero, y de Yamila, ama de casa y profesora de arte. Es la tercera de cuatro hermanos: Giuliana, Abril (Abbi) y el pequeño Noah, de 7 años.
Antes del accidente, Analuz había terminado su ciclo en la Escuela Nº 2 General San Martín y estaba por comenzar sexto grado en la Escuela Nº 1-063 María Magdalena Tissera de Guevara, donde iba a integrarse con ilusión. Pero el accidente lo cambió todo. Durante todo 2025, la niña tuvo clases domiciliarias y su vida quedó marcada por hospitales, terapias y rehabilitación.
La niña ingresó al Hospital Notti y estuvo en terapia intensiva al borde de la muerte
El día del accidente quedó grabado para siempre en la memoria de la familia. Analuz ingresó de urgencia al Hospital Notti con múltiples lesiones. Permaneció un mes internada, gran parte del tiempo en terapia intensiva, con respirador artificial y en coma inducido. El diagnóstico fue devastador: politraumatismos, traumatismo encéfalo craneano grave y fractura de macizo facial. Perdió dientes, su nariz quedó dañada y aún espera cirugías reconstructivas.
“Fue terrible. Nos habían dado 24 horas de vida. Es realmente un milagro tenerla conmigo”, dice Yamila. Y lo repite como si todavía necesitara convencerse de que es real.
Durante ese mes, la familia vivió prácticamente en el hospital. Las madrugadas comenzaban a las cuatro de la mañana rumbo al Notti. El cansancio era extremo, pero Analuz encontraba formas de seguir siendo niña incluso en medio del dolor. “Su diversión era hacer un picnic arriba de la camioneta, mientras esperábamos resultados o que nos atendieran. Tomábamos un té ahí. Esos fueron sus paseos durante todo este año”, recuerda su mamá.
La recuperación fue lenta y profunda. Analuz perdió un año completo de escolaridad y aún continúa con terapias, rehabilitaciones y acompañamiento psicológico. “Quedó muy traumada. En sus juegos, con su muñeca, ella repite lo que vivió: le pone torniquetes, mangueritas en la nariz. Todo lo que recuerda del hospital”, cuenta Yamila.
El sueño de Navidad hecho realidad: tener su propio cuarto
Pero incluso en los momentos más oscuros, había un deseo que se repetía como un mantra. “Siempre me decía: mamá, yo quiero mi cuarto”, relata. La familia vive en un quincho que fue adaptado como vivienda, un gran salón dividido con muebles, sin habitaciones propiamente dichas. Para Analuz, tener su propio espacio era un sueño enorme.
“Cuando estaba en el Notti, yo lo único que le pedía a Dios era que me la dejara disfrutar, que la dejara llegar a esta Navidad y que pudiera tener su cuarto”, dice Yamila, emocionada.
Ese deseo comenzó a tomar forma cuando Analuz aún estaba en terapia intensiva. Con la ayuda del municipio y el acompañamiento del intendente, se inició un trámite ante el IPV. “Juntamos fuerzas. El trámite se empezó cuando ella estaba muy, muy grave”, recuerda su mamá.
Cuando Analuz fue dada de alta, la noticia trajo una sorpresa más. El IPV hizo posible la construcción de su habitación. “Hoy la veo y no lo puedo creer”, confiesa Yamila. “Han quedado marcas importantes en su cara, su rostro ya no es el mismo, pero la tengo. La tengo”.
Analuz necesita una puerta para "inaugurar" su sueño, una habitación propia
La habitación está lista desde hace varios meses, aunque todavía no pudo ser estrenada por completo. Falta una puerta que da al patio, necesaria para cerrar el espacio y pensar a futuro en un pequeño baño. “Estamos en la lucha por esa puerta, tratando de conseguirla”, explica Yamila. Aun así, Analuz ya sabe que ese es su lugar.
“Le hice cartelitos que dicen Ana Luz, le puse adornos, cositas para su pieza. Ella entra y abraza las paredes”, cuenta. En estos días previos a Navidad, la familia pinta las paredes y prepara el espacio con amor. Incluso un tío viajó desde Buenos Aires para pasar las fiestas con ella.
El apoyo de la comunidad fue clave desde el primer día. Cuando Analuz recibió el alta médica, Junín la recibió como a una heroína. Vecinos, amigos y familiares organizaron una emotiva bienvenida con globos, carteles y regalos. La niña llegó en silla de ruedas, saludó, abrazó y sonrió. “Es un milagro”, dijeron entonces sus hermanas Giuliana y Abril.
En redes sociales, Abril escribió palabras que hoy siguen resonando. “Una luchadora, una niña poderosa que demostró su deseo de salir adelante”, expresó. Y agregó: “Sos un ángel que Dios nos mandó”.
Durante todo el proceso, las cadenas de oración se multiplicaron. Yamila lo recuerda con gratitud profunda. “Agradecemos las oraciones de todo Mendoza. Sentimos ese acompañamiento todo el tiempo”, dice.
Hoy, Analuz sigue en recuperación, pero volvió a reír, a bailar, a ser niña. “El otro día bailaba bajo la lluvia y nos mirábamos con mis hijas y no lo podíamos creer. La disfrutamos todo el tiempo. Gozamos de verla reír”, cuenta su mamá entre lágrimas.
En el video que grabó para Diario UNO, Analuz agradece el cariño recibido y habla de la ilusión de esta Nochebuena.
Esta Navidad, en la casa de los Pippia, no hay regalos lujosos ni grandes festejos. Hay algo mucho más valioso: la certeza de que Analuz está viva, de que volvió a nacer y de que los sueños, incluso los más sencillos, pueden cumplirse.
“Mi hija es una guerrera”, dice Yamila. Y en esta Nochebuena, mientras pintan paredes y esperan esa puerta que falta, la familia sabe que el mayor milagro ya ocurrió.
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